jueves, 20 de agosto de 2009

Continuidad de los parques


Julio Cortázar

¿Puede la ficción ser parte de la realidad? ¿Pero no sólo parte como universo alterno, como lo que pudiera ser, o como estilo literario, sino como una continuación temporal que mezcle todos los elementos de la novela con los hechos de la realidad en una insistencia de sucesos que de modo alguno debieran componerse?
Indiscutiblemente, frases como “parece de novela” y “casi como la realidad” son meras expresiones de asombro que pretenden, sin ser precisas, señalar que la literatura es un reflejo de la vida cotidiana, pero son incapaces de establecer una diferencia significativa entre lo real y el imaginario de un escritor. Aunque hay quien dice que la literatura debe reflejar la realidad, también hay quien asegura que el lenguaje escrito no debe manifestar la realidad porque perdería su cualidad literaria.
La realidad y la novela, en un mundo ordenado, no deberían mezclarse. Esto sólo debiera pasar en el campo de la literatura.
Pero un cuentecillo que leí hace casi 20 años, y que recordé esta tarde, me hace dudar.
Un hombre ha estado alejado de la novela que lee por negocios hogareños que parecen poco placenteros. Pero cuando ha terminado con estos asuntos mundanos, reales, tiene oportunidad de volver a su ensoñación literaria recordando con facilidad personajes y situaciones. En la realidad, él ha puesto un barrera entre sí y el mundo, la puerta de su estudio. En la ficción, miraba el encuentro final de los protagonistas en una cabaña en el bosque. En la realidad, la ventana lo separa del bosque de robles. En la ficción, los árboles dan cobijo a los amantes que se han reunido. En la realidad, él tiene a la mano los cigarrillos y la cabeza apoyada en el terciopelo del sillón de orejas. En la ficción, ella cura con caricias las heridas que las ramas han hecho en la cara de su amante. En la realidad, el mayordomo de la casona ha salido por algún motivo. En la ficción, el hombre corre por el sendero que lleva a la casa mientras la mujer se aleja con el pelo suelto. En la realidad, los perros no ladran. En la ficción, el hombre entra a la casa y camina hacia el estudio. En la realidad el hombre que corría por el bosque entra a la habitación de grades ventanales y mira un sillón de terciopelo verde. En la ficción, el hombre que leía no ha escuchado al hombre que lo mira desde la puerta del estudio con el puñal en la mano.
Julio Cortázar, con esa innegable e irrepetible genialidad, dejó este cuento para que la realidad supiera que sus sucesos pueden continuarse suavemente con las palabras de la literatura y que la creación literaria puede extenderse en la vida cotidiana.
Continuidad de los parques, excelente cuento de media cuartilla, es claro modelo del estilo de Cortázar que ha perdurado en el tiempo sin haber perdido el elemental poder narrativo del autor.
Si lo ha leído, pudo causarle la misma desazón que a un adolescente cuando lo encontró por vez primera y, si no lo ha leído, dese la oportunidad de leer esta obra que es atemporal en más de un sentido.
¿Alguna vez ha tenido la sensación de vivir una novela?

Crédito de la imagen a: http://lst40809.files.wordpress.com/2009/03/bosque.jpg

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