martes, 16 de diciembre de 2014

Haruki Murakami




Para Dimmy y sus compañeros del ITESM, 1A
Te quiero, hijo.

Un hombre del que se dice no suele dejarse fotografiar, que en sus novelas menciona brevemente sus recetas favoritas, que escapa siempre que puede de los reflectores y que revela vivencias personales a través de sus personajes, como casi todos los que escribimos (profesionalmente o por el gusto de hacerlo, por amor a las letras, con mayor o menor éxito, como yo), no puede dejar de ser un bicho raro en un mundo en el que, aún sin que nos interese, nos enteramos de que a cualquier extraño le ha gustado una comida en un restaurant (foto incluida) o que al amigo de un conocido le ha dejado su novia o que el hijo de la cuñada del primo (al cual desconocemos completamente) le ha salido su primer diente y anda por la vida babeando inmisericordemente.
Haruki Murakami (Kioto, 1949) es este tipo de hombre.
Literato de carrera y escritor de profesión, Murakami ha escrito trece novelas, cuatro libros de cuentos y, al menos, tres ensayos que se han considerado dentro de la ficción, el surrealismo y el postmodernismo. Ha sido ganador de varios premios en Japón y otros tantos internacionales, ha sido traducido a varios idiomas y es popular entre los jóvenes lectores y, en internet, se le considera como un probable candidato al Premio Nobel.
Yo sólo he leído sus obras 1Q84, Tokio blues, After Dark, Los años de peregrinación del chico sin color, Después del terremoto, Sauce ciego-mujer dormida y Baila, baila, baila; tengo en capilla La crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Mi hijo de doce años, consumado lector que pasa casi la totalidad de su tiempo libre leyendo, me ha preguntado en varias ocasiones por qué me gusta Murakami, qué leo en sus obras que me impulsa a comprar una tras otra, qué tiene de especial... es simple: sus historias son tan pulidas como una vasija de porcelana; sus personajes son tan humanos como cualquiera de nosotros y las situaciones por las que pasan, cuando no han atravesado un portal místico y se han visto trasladados a la década de los ochenta, son muy parecidas a las que algunos hemos vivido.
Los personajes principales que viven en sus páginas son contundentes, redondos, si se me permite la expresión. Están tallados a la perfección, como las mismas esculturas japonesas. Son tan humanos como una persona corriente, con los mismos miedos y pasiones que muchos de nosotros. Viven vidas productivas y, si algo les falta durante la obra, suelen conseguirlo a base de reflexiones y trabajo. Probablemente esto sea sólo un reflejo del modo de vivir y de pensar de los japoneses, personas dedicadas al extremo, detallistas, comprometidas con cada una de las cosas que hacen. Los personajes secundarios, por otra parte, son como los individuos que entran en nuestras vidas dejando una huella que, si bien no es necesariamente indeleble, sí nos marca de algún modo. Dejan su filosofía de la vida establecida claramente, sin cortapisas. El primer grupo de personajes lo podemos ejemplificar claramente con Aomame (1Q84) quien hace su trabajo a conciencia, pulcramente, sin descuidar un sólo detalle de su labor, cien por ciento profesional. También podemos incluir a Tsukuru Tasaki (Los años...) que sabe perfectamente cuál será su función en la vida. Murakami lleva a sus personajes a hacer un constante ejercicio de introspección; no sólo se dedica a narrarlos sino que les permite expresarse libremente y, a mi parecer, sin inmiscuir sus propias ideas en los pensamientos del personaje. Tal vez esta aseveración sea aventurada porque para hacerla el que esto escribe debiera conocer personalmente al autor, pero es claro que cuando alguien pone sus propias ideas en la cabeza de un personaje, éste se parece más al escritor que a sí mismo y eso, cualquiera que haya escrito lo sabe, es echar a perder una novela. El escritor debe saber qué contar y poner a los personajes en las situaciones que favorezcan la narración, pero debe dejarlos libres y permitirles expresarse por sí mismos, lo cual es en extremo difícil. Decía Mario Benedetti: los otros que me invento dicen cosas que yo no diría ni aunque fuera otro. Por otro lado, el grupo de los personajes secundarios puede ser claramente ejemplificado con Tropa de Asalto (Tokio...), quien parece estar pensado para resaltar la cordura del protagonista. Lo mismo sucede con Yumiyoshi (Baila...) quien comparte el desdoblamiento temporal del personaje central.
El escenario no es sólo paisaje en la obra de Murakami. Suele ser partícipe de la acción de un modo más que natural. Ya sea con la luna doble (1Q84) o con ciudades devastadas (Después...), la ciudad juega un papel muy importante en las acciones de los personajes, orillándolos en una dirección o siendo referencia para la situación que se cuenta. Sin entrar en detalles engorrosos, Murakami nos describe un templo sintoísta lleno de turistas y la sensación que causa en los personajes o un prado donde un grupo de jóvenes se sienta entre flores de cerezo recién caídas a disfrutar la tarde, o nos da la nieve o el vagón del subterráneo o la lluvia como participantes de la escena. Dice Taibo II que los narradores de amaneceres son producto de años de palabras. Y el arte de narrar escenarios va más allá de describir las cosas que los componen, es captar la esencia del paisaje y transmitirla con caracteres escritos, sean ideogramas o letras.
Japón es un país que, todo el mundo sabe, se levantó de una atrocidad en la década de los cuarenta (sin pretender polemizar, que esto es literatura y no política) y que, gracias al apoyo de otros países y al espíritu de superación de sus habitantes se convirtió en poco menos de medio siglo en una potencia tecnológica indiscutible. Sus ciudades son ejemplos de vanguardia técnica y de globalización y, sin embargo, sigue habiendo una gran tradición de misterio y leyenda que vive entre las luces de neón. Esa vocación por lo sobrenatural se refleja en muchas obras de Murakami (1Q84, Baila... por ejemplo) y ese mundo oculto coexiste de un modo muy real con este mundo en el que nos movemos. En occidente tomamos las leyendas como eso, como leyendas, narraciones extraordinarias para pasar el rato, cuentos para asustar a los incautos y a los niños pequeños, pero en Japón parece que la tradición de lo oculto es tomada mucho más seriamente. Incluso si no compartiéramos su visión de lo oculto. Ellos podrán decir lo mismo del santoral, supongo.
La música. La música es esencial en la obra de Haruki Murakami. Sirve no sólo como banda sonora, sino que circunscribe la obra misma (Los años...), le da una referencia temporal (Tokio...) o ancla a los personajes y los lectores en un marco para desenvolverse y tender puentes generacionales. Después de leer Los años... novela en que se menciona una pieza tocada por Lazar Berman sobre una obra de Liszt, corría buscarla en internet. Una nota en la sección de comentarios preguntaba si todos los visitantes estábamos ahí por el libro de Murakami. Claro, fue mi respuesta escrita en el mismo sitio, para eso nos sirve la literatura, para ampliar nuestros horizontes. La música acompaña a Murakami desde siempre según parece, por lo que de su biografía puede leerse en internet. Trabajó como dependiente en una tienda de discos y fue manejador de un club de jazz. En cuanto a este último género, el tipo sabe de lo que habla: Duke Ellington, Artie Shaw, Ben Webster, Billie Holliday, Johnny Hodges...; esos mismos músicos que me encantaron cuando tenía diecisiete años y que reencuentro en estas novelas me consolidaron como un seguidor indiscutible de Murakami, un fandom cabal.
Hay mucho que decir de la obra de Murakami pero no soy yo el indicado para entrar en detalles. No todavía. Cuando haya aprendido teoría literaria lo haré. Por el momento puedo decir que me encanta leerlo, que sus obras me presentan un filosofía de la vida que desconocía por completo, que sus narraciones del país sobre el que escribe me hacen ver más allá de lo que la televisión o internet me permiten y que leyéndolo puedo encontrar un poco de paz en este mundo tan revuelto porque sus personajes son humanos aunque las situaciones en las que se hayan no siempre lo sean.
A mí me gusta y espero que alguno de ustedes que ya lo haya leído haga algún comentario sobre este ensayo. También espero que quien no lo haya leído se dé la oportunidad de acercarse a un autor moderno considerado de culto.
Gracias por leer.

Fotografía: R. Marcos S.

A man who is said do not usually like to be photographed, that in his novels does briefly mentions his favorite recipes, that uses to escape whenever possible from reflectors and uses to reveal personal experiences through his characters, like almost all we write (professionally or just for the fun of it, for love of letters, with varying success, like me), cannot stop being a freak in a world in which, even without a real interest to us, we hear that any stranger liked a meal in a restaurant (photo included) or a friend of an acquaintance has been kicked off by his girlfriend or that the son of a sister in law from a cousin (which is completely unknown for us) has his first tooth and walk through life drooling mercilessly.
Haruki Murakami (Kyoto, 1949) is such a man.
Literary by career and writer by profession, Murakami has written thirteen novels, four books of short stories and, at least, three assay books that have been considered within the fiction, surrealism and postmodernism. He has won several awards in Japan and other international goals, has been translated into several languages and is popular among young readers and is considered by the internet writers as a likely candidate for the Nobel Prize.
I've only read his works 1Q84, Tokyo blues, After Dark, Tsukuru Tazaki´s years of piulgrimageThe years of wandering boy colorless, After the earthquake, Sauce blind-woman asleep and Dance, dance, dance; next I´m reading The Wind-Up Bird Chronicle. My twelve year old son, accomplished reader who spends almost all his free time reading, has asked me several times why I like Murakami, what I read in his works that drives me to buy one after another, what is so special about him... is simple: his stories are as polished as a porcelain vessel; his characters are as human as any of us and the situations that happen when they have not gone through a mystical portal and have been transferred to the eighties, are very similar to those that anyone have lived.
The main characters living in his pages are blunt, round, if I may say so. They are carved to perfection, as the same Japanese sculptures. They are as human as an ordinary person, with the same fears and passions that many of us. They live productive lives and if something is missing in theirs, often can get it by means of introspection and work. This is probably just a reflection of the way of living and thinking of the Japanese people, dedicated to the extreme, retailers, committed to each one of the things they do. The secondary characters, on the other hand, are like individuals who come into our lives leaving a trail that, although it is not necessarily an indelible mark, touches us somehow. They stand clearly their philosophy of living, without restrictions. We can clearly illustrate the first group of characters with Aomame (1Q84) who does her work thoroughly, neatly, without neglecting a single detail of it, one hundred percent professional. We can also include Tsukuru Tasaki (The years...) that knows what is his role in life. Murakami takes his characters to make a constant exercise in introspection; not only is dedicated to narrate but allows them to express themselves freely and, in my opinion, without mixing his own ideas in the thoughts of the character. Probably this assertion is risky because to make it the writer should know the author personally, but it is clear that when someone puts his/her own ideas on the head of a character, it is more like the writer himself and that, whatever who wrote knows, is to spoil a novel. The writer should know what to expect and put the characters in situations that favor the narrative, but must release and allow them to express themselves, which is extremely difficult. Mario Benedetti said: I invent others who say things I would not say even if another. On the other hand, the group of secondary characters can be clearly exemplified Assault Troop (Tokyo ...), who seems to be intended to exemplify the sanity of the protagonist. The same applies to Yumiyoshi (Dance...) who shares the temporal unfolding of the central character.
The scenario is not just landscape in the work of Murakami. Usually is part of the action in a way more than natural. Whether with the double moon (1Q84) or devastated cities (After...), the city plays an important role in the actions of the characters, guiding them in one direction or being referred to the situation that account. Without going into details cumbersome, Murakami describes a Shinto temple full of tourists and the feeling that causes in the characters a meadow where a group of young people is sitting among freshly fallen cherry blossoms enjoying afternoon, or give us snow or the subway car or rain as participants in the scene. Taibo II says that the narrators of sunrises are the product of years of words. And the storytelling scenarios beyond describing things that compose them, is to capture the essence of the landscape and pass it with written characters, whether ideograms or letters.
Japan is a country that, everyone knows, rose from an atrocity in the forties (without trying to argue that this is literature, not politics) and, with the support of other countries and spirit of overcoming of its inhabitants became, in little less than half a century, an undisputed technological power. Its cities are examples of technical forefront and globalization, however, there remains a great tradition of mystery and legend that lives among the neon lights. This focus on the supernatural is reflected in many works of Murakami (1Q84, Dance... for example) and this hidden world coexists in a very real way with this world in which we live. In the West we see legends like that, just stories, extraordinary narrations to pass the time, tales to frighten the gullible and young children, but in Japan it seems that the tradition of the occult is taken much more seriously. Even if we don´t share their vision of mystery. They may say the same of the saints, I guess.
The music. Music is essential in the work of Haruki Murakami. It serves not only as a soundtrack, but circumscribing the same work (Years ...), gives a time reference (Tokyo ...) or anchores the characters and readers in a framework to develop and to build generational bridges. After reading Years ... novel in that Murakami mentions a piece played by Lazar Berman on a work of Liszt, I went running to conduct an internet search. A note in the comments section wondering if all visitors were there for the book by Murakami. Sure, it was my written reply in the same place, for that is literature, it helps us to broaden our horizons. The music seems to have always accompanying Murakami, so you can read his biography online. He worked as a clerk in a record store and was manager of a jazz club. As for the latter genre, the guy knows what he's talking: Duke Ellington, Artie Shaw, Ben Webster, Billie Holliday, Johnny Hodges ... These same musicians that I loved when I was seventeen and found them reunited in these novels consolidated me as an indisputable follower of Murakami, a thorough fandom.
Here is much to say about the work of Murakami but I'm not the one to go into details. Not yet. When I have learned literary theory I will. For now I can say I love reading him, that his works presented me a philosophy of life completely unknown, that his narrative of the country made me see beyond what television or internet allow me and reading him I find a little peace in this world so upset, because their characters are human but the situations that were not always what they are.
I like him and I hope that any of you who already have read his work make any comments on this essay. I also hope that anyone who has not read it are given the opportunity to approach a modern author considered a cult one. Thanks for reading.

Photo: R. Marcos S.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

El asedio / The siege, Arturo Pérez Reverte




La ciudad española de Cádiz fue asediada entre los años 1810 y 1812 por el Ejército Francés, bajo el mando del Mariscal Claude Victor. En breve, éste es el marco para el desarrollo de la novela.
En ella, el primer personaje que aparece es oscuro, rodeado de un aura de maldad, de crueldad infinita: solitario, se mueve en la noche, terreno de los buscavidas y de los heraldos negros. Su nombre es Rogelio Tizón y es Comisario de la Policía de la ciudad. Su trabajo es buscar o inventar culpables para los crímenes más bajos que se puedan suceder en ese puerto, segunda capital del Imperio Español. Y no escatima recursos en hacer su trabajo. Tortura, intimidación, chantaje.
Otro personaje importante es un taxidermista, llamado Gregorio Fumagal. Combina su labor entre pomos y serrín con la crianza de palomas y con el señalamiento en un mapa de los sitios de impacto de bombardas que, desde el otro lado de la bahía, envía regularmente el artillero francés capitán Simón Desfosseux.
También nos encontramos con Lolita Palma, mercader de allende el mar, mujer sensual y decidida, de un modo un tanto bizarro enamorada de Pepe Lobo, capitán marinero con patente de Corso, encargado tanto de batir a los piratas de la zona como de crecer la riqueza de sus contratantes.
Las vidas de estos cuatro personajes y de los secundarios se verán entremezcladas cuando empiezan a aparecer, después de cada bombardeo, mozas muertas en las cercanías del sitio de impacto de las bombas. Muertas de un modo brutal, con la espalda desgarrada a latigazos.
Es una novela realmente interesante, entretenida y llena de suspense.
Aún cuando a ratos nada en el tedio, los momentos cumbre de la historia son suficientemente buenos como para no querer suspenderlos hasta terminar el capítulo.
Novelas de capa y espada.
Interesante mundo en el que vive la imaginación de Carlota y Arturo Pérez Reverte.
Es una obra muy recomendable, a mi gusto y vale la pena leerla.
Espero que esta reseña le haya despertado el interés en ella.
Hasta la próxima.


The Spanish city of Cadiz was besieged between 1810 and 1812 by the French Army, under the command of Marshal Claude Victor. In short, this is the framework for the development of the novel.
In it, the first character that appears is dark, surrounded by an aura of evil, of infinite cruelty: individual, moves at night, field of hustlers and black heralds. His name is
Rogelio Tizón and he is Commissioner of city Police. His job is to find or invent guilty to the lowest crime that can happen in that portuary, the second capital of the Spanish Empire. And spares no resources to do his job. Torture, intimidation, blackmail.
Another important character is a taxidermist, named Gregorio Fumagal. He combines his work between knobs and sawdust with raising pigeons and pointing at a map signs of the impact sites bombards from the other side of the bay, regularly sent by the French artillery captain Simon Desfosseux.
We also find Lolita Palma, merchant overseas, sensual and determined woman, a somewhat bizarre way in love with Pepe Lobo, sailor captain Pat Corso, responsible for both beat the pirates in the area and grow richness of its contractors.
The lives of these four characters and the secondary will be intermingled when they begin to appear, after every bombing, dead girls near the impact site of the shells. Killed in a brutal manner, with their backs torn by whips.
It's a really interesting, entertaining and suspenseful novel.
Even when sometimes it moves in the tedium, the peak moments in history are good enough to you do not want to put it away and will to finish the chapter.
Swashbuckling novels.
Interesting world where imagination Carlota´s and Arturo Perez Reverte´s lives.
It is a highly recommended book, for me, and worth reading.
I hope this review has awakened your  interest in it.
Until next time.

Images: yahoo images