En aquel año de 1971, Perros de paja compitió en los cines con Harry el sucio, La naranja mecánica y La conexión francesa. Los alucines de Kubrick y la violencia de Clint Eastwood además de la elegancia de Gene Hackman no pudieron vencer la determinación del modesto profesor David Summer quien, harto de la guerra, decide volver a su hometown junto con su esposa Amy para trabajar en teorías matemáticas que jamás se explican y que son solamente comparsas.
En Cornwall, como en toda péqueña aldea y en todo barrio, hay un borracho, un loco y varios vagos. Summer conoce al primero durante una discusión en un pub al que el profesor había entrado a comprar cigarrillos. Se percata del segundo cuando sale del pub y se encuentra con los terceros tanto al subir a su carro como al llegar a la granja Trencher, sitio que ha comprado para dedicarse a su trabajo.
Sería injusto decir que Amy es quien provoca la violación de la que es objeto aún cuando su coqueteo para con los muchachos aumenta y declina según pasa el día.
Semanas después de haber sido violada, Amy y David Summer acuden a una cita en la iglesia local, una fiesta patronal acaso, en la que también está Henry Niles, el loco del pueblo. Un muchachita coquetea con él y salen a caminar. Cuando el padre de la muchacha, el mismo borracho de la pelea en el pub, busca a su hija y se da cuenta que ha salido con Henry Niles (hermano del alcalde), la busca ayudado por los violadores de Amy. Niles, torpe más que loco, trata de acallar los gritos de la muchachita y termina asfixiándola por lo que sale a la niebla, confundido.
Amy se ha sentido mal en la fiesta al ver en ella a sus violadores y pide ser llevada a casa. David y ella van entre la espesa niebla conduciendo cuando, de la nada, aparece Henry Niles y es arrollado por el auto. David decide llevarlo a su casa para desde ahí llamar al doctor. Los borrachos los buscan, sabiendo que está en la granja Trencher. Amy ha callado. David ignora lo que pasa. Henry está gravemente herido.
Pueblo chico, infierno grande, dice el refrán y esta historia lo confirma.
Las pocas luces de los campiranos, la efervescencia de los deseos de las mujeres, la deficiencia de Henry, el alcohol y el carácter pendenciero de los jóvenes del pueblo la determinación del profesor hacen del final de esta película un excelente fin para una historia trágica desde sus inicios.
David Summer (Dustin Hoffman), Amy Summer (Susan George), Henry Niles (David Warner), Charlie Venner (Del Henney, el violador) y los otros personajes de este drama, hicieron, bajo la dirección de Sam Peckinpah una excelente película que, carente de espectaculares cadáveres volando por los impactos de una Magnum .44, sin las intrigas de los espías de la KGB y sin los ropajes y el lenguaje nadsat de Alex y sus drugos, se ganó a pulso un lugar en mi cineteca personal.
En Cornwall, como en toda péqueña aldea y en todo barrio, hay un borracho, un loco y varios vagos. Summer conoce al primero durante una discusión en un pub al que el profesor había entrado a comprar cigarrillos. Se percata del segundo cuando sale del pub y se encuentra con los terceros tanto al subir a su carro como al llegar a la granja Trencher, sitio que ha comprado para dedicarse a su trabajo.
Sería injusto decir que Amy es quien provoca la violación de la que es objeto aún cuando su coqueteo para con los muchachos aumenta y declina según pasa el día.
Semanas después de haber sido violada, Amy y David Summer acuden a una cita en la iglesia local, una fiesta patronal acaso, en la que también está Henry Niles, el loco del pueblo. Un muchachita coquetea con él y salen a caminar. Cuando el padre de la muchacha, el mismo borracho de la pelea en el pub, busca a su hija y se da cuenta que ha salido con Henry Niles (hermano del alcalde), la busca ayudado por los violadores de Amy. Niles, torpe más que loco, trata de acallar los gritos de la muchachita y termina asfixiándola por lo que sale a la niebla, confundido.
Amy se ha sentido mal en la fiesta al ver en ella a sus violadores y pide ser llevada a casa. David y ella van entre la espesa niebla conduciendo cuando, de la nada, aparece Henry Niles y es arrollado por el auto. David decide llevarlo a su casa para desde ahí llamar al doctor. Los borrachos los buscan, sabiendo que está en la granja Trencher. Amy ha callado. David ignora lo que pasa. Henry está gravemente herido.
Pueblo chico, infierno grande, dice el refrán y esta historia lo confirma.
Las pocas luces de los campiranos, la efervescencia de los deseos de las mujeres, la deficiencia de Henry, el alcohol y el carácter pendenciero de los jóvenes del pueblo la determinación del profesor hacen del final de esta película un excelente fin para una historia trágica desde sus inicios.
David Summer (Dustin Hoffman), Amy Summer (Susan George), Henry Niles (David Warner), Charlie Venner (Del Henney, el violador) y los otros personajes de este drama, hicieron, bajo la dirección de Sam Peckinpah una excelente película que, carente de espectaculares cadáveres volando por los impactos de una Magnum .44, sin las intrigas de los espías de la KGB y sin los ropajes y el lenguaje nadsat de Alex y sus drugos, se ganó a pulso un lugar en mi cineteca personal.
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