martes, 18 de mayo de 2010

El perseguidor


Escuchando a Artie Shaw y su clásico Begin the beguine me acordé de esa gran pero brevísima novela de Cortázar que se llama El perseguidor.
Escuchando a Lester Young y Dizzy Gillespie, Parker se abrió un camino en el mundo del jazz hasta que se consagró como uno de los más grandes saxofonistas de la historia. Cuando uno escucha Summertime con su sedosa cadencia no puede menos que recordar: los momentos de intimidad, los buenos ratos con la luz apagada y una copa en la mano, sentado frente a la ventana en las tardes de lluvia (vaya cliché) pensando en lo que no pudo ser e imaginando lo que será. Aquel dueto que Bird hizo con Gillespie en TV[i] es una maravilla de improvisación, los dedos de uno volando por las calves del saxo y los del otro levantando los lentes por arriba de la trompeta en cada acorde, son una maravilla.
Pero luego viene la parte no contada de la historia de éxito, la que está atravesada fragmentos oscuros, los impulsados por el alcoholismo y la adicción a la heroína de Parker, aquella escena que retrata Cortázar cuando lo sitúa desnudo en un sillón de orejas, transpirando en el delirio narcótico, con el saxo en las manos, sonriendo como un loco, delirio que le llevaría al intento de suicidio (cosa que, evidentemente, no hizo bien; lo suyo era el jazz) y a su muerte a los 34 años (más joven que yo, carajo).
Cortázar, en 1967, 12 años después de la muerte de Parker, escribió el cuento que le serviría a Clint Eastwood para dirigir Bird en 1988. No la he visto. Me gusta más la imagen que tengo de lanovela de Cortázar.



[i] Pueden ver el video en http://www.youtube.com/watch?v=wkvCDCOGzGc&NR=1

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