domingo, 26 de diciembre de 2010

William Cuthbert Falkner (Faulkner)


It is my ambition to be, as a private individual,
abolished and voided from history
WCF

Born male and single at early age in Mississippi.
Quit school after five years in seventh grade.
Got job in Grandfather´s bank and learned medicinal value of his liquor.
WCF, entire self biography

New Albany, Mississippi, septiembre 25, 1897, Julio 6, 1962.
Prácticamente autodidacta, Faulkner es considerado como el primer escritor de ficción de los Estados Unidos.[1] Probablemente el que mejor retrató su territorio de todos los escritores sureños entre los que se cuentan Mark Twain, Robert Penn Warren, Truman Capote y Tennessee Williams, cada uno de ellos nacido en épocas diferentes dentro de esa pequeña franja de terreno llamada en Ojibwe “el gran río”, delimitada al norte por el estado de Tennessee, Alabama al este, al sur por el Golfo de México y una franja de Louisiana que también lo limita al oeste junto con Arkansas.
  Esta zona de América fue, desde su descubrimiento por Hernando de Soto en 1540, gobernada por España, Inglaterra y Francia, lo que, evidentemente, creo una mezcla no sólo racial, sino cultural, que influenció definitivamente la educación y la vida de Faulkner, como se demuestra en lo siguiente: la constitución estatal de 1890, publicada siete años antes del nacimiento de Faulkner y que estuvo en vigor durante 20 años, segregó de las listas de votantes no sólo a los negros del estado, sino también a los blancos pobres. Este hecho se manifiesta en la obra de Faulkner de manera contundente y redundante en su novela Sanctuary, de 1931, donde Horace Benbow, abogado que defiende a Goodwin de un cargo de homicidio que cometió Popeye (a mi gusto, el personaje más oscuro que se haya inventado en la literatura mundial), viaja a Oxford desde Jefferson, su ciudad natal, buscando los antecedentes de la joven víctima Temple Drake en la Universidad y se encuentra en el tren con Clarence  Snopes, diputado local con quien comparte un asiento, involuntariamente, más allá del vagón de segunda categoría y más lejos aún del vagón de las mercancías y los negros;[2] esto refleja la sutil diferencia entre hombres y pobres y más aún entre aquéllos y los negros. Reflejo de esta discriminación es, también, el edicto promulgado por el coronel Sartoris en A rose for Emily según el cual es indispensable que toda mujer negra que salga a la calle use un delantal.[3] Pero no son sólo los negros aquellos discriminados por la sociedad que Faulkner retrató en sus más representativas novelas, sino que también los blancos pobres, los que trafican whisky de maíz (Bourbon), los que viven en cabañas decrépitas que eventualmente abandonan para buscar una mejor presente (el futuro les es inconcebible), aquéllos que fueron llamados “los arrendatarios” por Steinbeck:

Los propietarios de las tierras o, con mayor frecuencia un portavoz de los propietarios, venían a las tierras (…) Los arrendatarios estaban un rato de pie junto a los coches y luego se agachaban en cuclillas y recogían palitos con los que dibujaban en el polvo. Las mujeres miraban desde las puertas abiertas y detrás de ellas los niños, niños con cabezas de maíz, los ojos de par en par, un pie desclazo encima del otro y los dedos de los pies en movimiento (…)[4]

Estos arrendatarios tienen la ventaja de ser blancos, contrario a los Bundren, familia negra que protagoniza As I lay dying, quinta novela de Faulkner. Sin embargo, los personajes de Faulkner, tanto negros como blancos, viven en una sociedad autocomplaciente, antagónicamente con alto grado de intolerancia y, contradictoriamente con tendencia a la autoflagelación.
            Probablemente esta característica de los sureños, la diferencia entre colores de piel (aún presente en la actualidad) sea solo una de las cualidades que definen a los que, en su momento, fueron un grupo social que defendió a ultranza el esclavismo. En 1860, 55% de la población del estado era de esclavos considerados como propiedad de las haciendas.
Protestantes, presbiterianos, bautistas, metodistas y una mayoría católica de extracción franco-hispana se mezclan en mezquina tolerancia de las costumbres de otros como uno de los pilares tácitos de la obra de Faulkner lo mismo que la de otros autores americanos. El ministro episcopal bautista visitó a Miss Emily buscando que cumpliera con su deber cristiano al pagar sus contribuciones,[5] pero ella declinó la oferta en términos no conocidos (acaso ni siquiera por el mismo autor) de modo que el ministro jamás aceptó regresar a esa casa.[6] Después de todo, ser americano es también una religión. Bill Dean platica con Michael Noonan sobre la desgracia que se cierne sobre Mattie Devore:[7]

Bill Dean: (…) si pregunta, le contarán por lo menos cincuenta, y puede que algunas sean verdad. Me apuesto mi granja a que lo es. Porque mi padre no mentía. Iba en contra de su religión.
Michael Noonan: ¿Bautista?
Bill Dean: No, señor. Yanqui.

            Y aunque no hay yanquis en el sur (qué herejía), el concepto de la religión y el mezquino respeto que merece una corriente por parte de la otra son aplicables a todos los estados de la Unión. Viven como vecinos con recelo, respetándose, pero listos con el Winchester detrás de la puerta en caso de una transgresión más allá de lo urbanamente tolerable. Y la línea de la tolerancia suele ser angosta.

Ya no predico demasiado. El espíritu ya no está en la gente; y lo que es peor, ya no está tampoco en mí. De vez en cuando el espíritu se mueve dentro de mí y entonces  celebro un servicio, o cuando la gente me deja comida los bendigo. Pero mi corazón no está en ello. Lo hago porque es lo que esperan.[8]

            ¿Cuántos tipos de personaje hay en la obra de Faulkner? ¿En qué categoría se le encasillará? ¿Es realista? ¿Costumbrista? ¿Naturalista? ¿Su obra puede ser considerada como determinista? Sí. Y no.
            Por supuesto, es susceptible de ser catalogado en cualquiera de las anteriores categorías y en las que faltan que yo desconozco, pero…

A rose for Emily

            Tal vez ésta sea la más atípica de las obras, tanto cortas, como largas, de Faulkner. La narrativa del escritor se basó, en la mayoría de sus historias, en la prosa de las realidades de sus habitantes, de los personajes que habitaban tanto su imaginario como su recuerdo. Es de destacar que William era nieto de William Clark Falkner, un militar que luchó en las Guerras de Secesión y que escribió dos obras, una de las cuales, vendió cerca de 160 mil copias, algo inusual si se considera que estaba siendo vendida en el periodo de la Reconstrucción Postguerra. The White rose of Memphis y Rapid Ramblings in Europe, las obras del abuelo, no detuvieron a Cuthbert cuando decidió dedicarse a escribir. Su abuela materna, “Damuddy”, enseñó a Cuthbert el aprecio por la música, el dibujo, las artes y la música, además de la lectura.
            A rose for Emily fue publicada en una revista de circulación nacional llamada Forum, en 1930. Su composición es simple y lineal. Cinco apartados componen la obra que narra la vida, obra, pasión y muerte de Emily Grierson, una dama avecindada en la ficticia ciudad de Jefferson, del ficticio Yoknapatawpha County, Mississippi, USA, América, Tierra, Sistema Solar, Vía Láctea, Mente de Dios.
            Narrada en tercera persona y retrospectiva temporal, comienza por el final de la recatada Emily, su funeral, que se realiza en su casa familiar, territorio decrépito por el paso del tiempo y el abandono, otrora fortaleza de la familia y de la misma Emily. El decaimiento de la casa, como sucede con La casa del silencio de José Gorostiza, representa la venida a menos de la poderosa familia Grierson, patriarcado de generaciones. No sólo el hecho de que la casa esté cada vez más desgastada, sino el que otrora orgullosa habitante de la zona más principal de Jefferson se haya visto con el paso del tiempo de algodonales y garajes, indeseables vecinos, reflejo de la malsana promiscuidad social que dejó consigo el fin funesto de la Secesión y el nuevo siglo.
            Sin embargo, no siempre fue así. Durante mucho tiempo la representación de Emily y su padre que los muchachos del pueblo se hacían en la mente, ambos de pie frente a su mansión, él con el látigo y en actitud pratiarcal, dando la espalda a la recatada señorita de rostro seráfico (que, en alquimia simboliza lo sublime, lo que se eleva, la conjunción entre ángeles y deidades aladas)[9] vestida de blanco. La deidad había quedado huérfana y eso la humanizaba y el pueblo decidió que era un buen momento para condolerla porque así se sentían aliviados de esa carga cristiana. Pero Emily prefirió la negación, El nihilismo[10] de ella, entendido como el rechazo filosófico a todos los sistemas de credo, así como su presunta falta del sentido de la vida sin su padre, hizo que lo mantuviera muerto dentro de la casa durante algunos días hasta que se quebró su voluntad y los médicos pudieron enterrar al padre, investidos con su capa de combatientes de lo dañino y purificadores de la existencia.[11] Otra oportunidad para que el pueblo se conmiserara de ella. ¿Estaba loca? En el fondo, los conflictos que llevan a la locura son negaciones de las urgencias que las personas consideramos inaceptables.[12] Emily no estaba loca, por supuesto, sino que no concebía posible que su padre, único hombre, le hubiera dejado sola. Ella es una de esas mujeres que dependen absolutamente de sus hombres: padres, esposos, amantes.[13]
            La soledad la alimenta. Ella está sola porque no conoce otro modo de estar una vez que su padre se ha ido. El sirviente negro, hombre cabizbajo que es capaz, contra los pronósticos de las mujeres del pueblo, de mantener limpia la cocina, baluarte y castillo de la mujer. El castillo significa no sólo la casa, sino las murallas que defienden a una ciudad, como si la ciudad fuera la misma Jerusalén y las murallas la mantuvieran a salvo de los impíos.[14] Nadie que no pertenezca a una de las religiones socialmente aceptables tiene cabida en este pueblo.
            La llegada de Homer Barron, “yanqui de piel oscura” cambiará la vida de Emily. El mero hecho de que Barron sea yanqui ya supone un encuentro con lo opuesto. Qué más opuesto a un sureño que un yanqui, de esos que tienen seis tipos de iglesias católicas diferentes y que puntualmente asisten a la misa y comulgan tanto con dios como con el dinero. Caballeros, lo son, indiscutiblemente. Con esa galantería que los caracteriza, no es difícil entender por qué Emily se enamoró. La pavimentación de la ciudad de Jefferson no es más que el símbolo del cambio, de la entrada a la modernidad. Sus paseos a caballo por la ciudad no son solamente utilitarios: los caballos representan mucho más que un medio de transporte, son el vínculo entre lo divino y lo terreno, son un antiguo símbolo del movimiento de los fenómenos mundanos, representan los fuertes deseos e instintos primitivos. Para los celtas, los caballos aparecidos súbitamente presagiaban la guerra, guerra que para Emily se libraría contra los cotillas de la ciudad. Su pública exhibición sobre el animal del deseo era un abierto desafío al qué dirán. La última vez que a Homer se le vio en Jefferson, fue una tarde en que entró a la casa de Emily. La tarde puede representar (y estoy solamente especulando) la transición de lo que se hace en público y lo que se hará en privado, el espacio atemporal en que dejamos dentro de casa nuestras máscaras y nos mostraremos tal y como somos a quienes comparten nuestro espacio.
            Y el veneno. En los sueños, el veneno representa el intento de liberación sobre algo que nos causa desasosiego que rechaza violentamente una condición o relación que hace sufrir al soñante. Sin embargo, Emily no sueña, sino que, vivita y coleando, gorda irredenta, mata a Homer Barron para evitar que la deje como su otro hombre y todos los que este le quitó de conocer, aleando que nadie en Jefferson era tan bueno como para emparentar con los Grierson.
            La muerte de Emily no es una sorpresa, sino el final esperado para una historia trágica:

Eleanor Rigby died in the church
and was buried alone with her name. Nobody came.
Father McEnzie, whipping the dirt of his hands
as he walks from the grave.No one was saved.
All the lonely people: Where do they all come from?
All the lonely people: Whe do they all belong?[15]

Y, así, la muerte nos lleva a la segunda historia que trataremos.

As I lay dying

            Los personajes de esta novela son de lo más vulgares en el sentido mundano. Addie, la madre muerta, es acarreada en un ataúd de madera afinado hacia el pie que construyera su hijo Cash mientras ella lo veía por la ventana clavar las maderas. Un bello ataúd:

En el cementerio semirrural de Brenntau, con sus dos secciones a uno y otro lado de la avenida de los olmos, con su capillita que parecía recortada como para un nacimiento, con su pozo y sus pájaros animados; allí sobre la avenida del cementerio cuidadosamente rastrillada, abriendo el cortejo inmediatamente después de Matzerath, gustome por vez primera la forma del ataúd. Después he tenido la ocasión de deslizar mi mirada sobre la madera negra o parda que se emplea en los trances supremos. El ataúd de mamá era negro. Reducíase en forma maravillosamente armoniosa hacia el pie. ¿Hay alguna otra forma, en este mundo, que corresponda más adecuadamente al cuerpo humano?
¡Si también las camas tuvieran este afinamiento hacia el pie![16]

Pero este ataúd no era negro, sino de madera basta. La madera, como ha dejado claro el Dante, es la materia primigenia, por ello, los suicidas que han tratado al templo del espíritu como simple materia han sido transformados, en el segundo recinto del séptimo círculo, en árboles.[17]

Entonces extendí la mano hacia delante, cogí una ramita de un gran endrino, y su tronco exclamó: “¿Por qué me rompes?”. Inmediatamente se tiñó de sangre y volvió a exclamar: “¿Por qué me desgarras? ¿No tienes ningún sentimiento de piedad? Hombres fuimos y ahora estamos convertidos en troncos. Tu mano debería haber sido más piadosa aunque fuéramos almas de serpientes (…) cuando el alma feroz sale del cuerpo de donde se ha arrancado ella misma, Minos la envía al sétimo círculo. Cae en la selva, sin que tenga designado sitio fijo, y allí donde la lanza la fortuna, germina como grano de espelta (…)

La madera es, también, una confrontación entre lo natural y lo civilizado.[18] Así, al hacer el ataúd de madera, Faulkner evidencia la poca racionalidad de sus personajes en esta obra. E iba en una carreta tirada por mulas, caballos anormales que tienen el mismo simbolismo que señalé en los párrafos previos.
 Anse y los supervivientes de su familia lo llevaban a Jefferson porque Addie lo había pedido así y porque Anse necesitaba comprarse un par de dientes falsos. Existen varias interpretaciones para los dientes: el parto en el que una pequeña parte del cuerpo femenino se separa del resto, produciendo sangrado y dolor, la masturbación en la concepción freudiana para los hombres (pobre tipo, qué pen… era), en Egipto antiguo era un presagio de muerte para quien los perdía pero la interpretación más aceptada es que se refiere al inconsciente deseo de que un familiar muera.[19] En este sentido, la carencia de los dientes de Anse y su deseo de comprar un par postizo representa su liberación del matrimonio con Addie y su deseo de casarse nuevamente.
Cash es un hombre práctico y utilitario: cuando su pierna se rompe sobre una fractura previa y su padre lo escayola con cemento, cortando el flujo sanguíneo y amenazando la circulación y la existencia de la pierna misma, aún después de caer al río crecido y lastimarse sobre la lastimadura, Cash prefiere caminar hasta la casa del Dr. Peabody a ser llevado en la carreta junto al ataúd de su madre, el cual estaba desbalanceado porque habían colocado el cadáver al revés. La herida de Cash representa el sacrificio, lo mismo que la sangre que se ha derramado. El hueso, per se, representa la semilla y es símbolo de la vida y la resurrección.[20]
Darl, por el contrario a Cash, es un ente intelectual y pragmático, nada práctico. Prefiere enterrar a su madre en el granero a llevarla hasta Jefferson, pero cede ante la decisión de sus familiares.
Jewel es medio hermano de los otros ya que su padre no es Anse, sino el reverendo Whitfield. La legitimidad de los hijos es un tema escabroso, especialmente cuando el padre no se entera del engaño. Jewel es el preferido de Addie y su trato es extremadamente deferente para con él que para con los demás. Darl, enterado de esta situación: preguntó a Jewel: ¿quién es tu padre?, dejando en claro que no serán hermanos nunca más.
Dewey Dell es la única mujer y está embarazada. El embarazo puede representar el comienzo de una nueva vida, en este caso, sin Addie y con la carga de ser la única mujer de la familia. El embarazo puede representar la oportunidad de llevar a cabo un proyecto que ha estado gestándose durante algún tiempo. Su amante le ha dado diez dólares para que se haga un aborto aprovechando el viaje a Jefferson, pero el droguero Moseley se niega a ayudarla. Es este punto relevante para la historia ya que el aborto, aún cuando no consumado, representa que todos los proyectos se han ido al traste. Interesante caso en el que el embarazo, es decir, el proyecto, es no deseado y que el aborto, el fallo para llevar el proyecto a su fin, sea el deseo de Dewey Dell ponen a Faulkner en las antípodas con los escritores freudianos.
Vardaman es el menor de los hijos y el único que presenció la muerte de Addie. Pescador de oficio a sus diez años, considera que su madre es un pez y taladra hoyos en la caja del ataúd para que ella pueda respirar. La alegoría del pez hace referencia a que el niño, aún a su corta edad y después de trauma que ha pasado al ver morir a su madre, la sigue considerando un ente psíquico con el cual lo une in vínculo intangible, el aire que respiran. El pez, por otra parte, es sinónimo de la fertilidad merced a la gran cantidad de huevos que posee. No es raro, entonces, que la fecunda madre de esta familia sea considerada como un pez por el menor de sus productos. Vardaman intentó comprar un tren de juguete en Jefferson, pero al llegar a la tienda se da cuenta de que no está más en el aparador. El juguete representa una desviación erótica del instinto materno. Vardaman necesita algo de qué aferrarse a la muerte de su madre y por ello busca un juguete que le es negado por las circunstancias. El juguete puede representar un juego de marionetas en el que el personaje es manipulado por otros con intención de alejarlo de sus deseos. El color rojo del juguete está íntimamente relacionado a la pasión y al sacrificio, lo mismo que la sangre y las heridas.
Peabody es el médico que se encuentra desencantado con su profesión. Los médicos representan el deseo de sanar, tanto física como psicológicamente. También son símbolo de autoridad. El que Peabody esté pasando por un momento de decepción laboral puede representar que la autoridad no es bastante para regir los acontecimientos que los Bundren están pasando.
Whitfield confiesa ante el cadáver de Addie que él es el padre de Jewel. Aunque no obtiene perdón de Anse, se cree salvado por haber confesado y se puro ante los ojos de dios.
La narración de la historia recae en quince de los personajes, pero los principales narradores son Darl con 19 capítulos y Vardaman con 10. Probablemente no sea sorpresa que Darl narre casi todo el libro ya que es el intelectual de la familia, el más centrado de todos ellos y el que entiende mejor lo que significa llevar un cadáver hasta Jefferson en una carreta tirada por mulas. Si diferencia de los otros hace que sea recluido en un sanatorio mental al final de la obra.




Enedina Cano Barrera (aportación subrepticia)
Ricardo Marcos-Serna (aportación descarada)
Ciudad Juárez, Chihuahua



[1] Towner TM, The Cambridge introduction to William Faulkner, Cambridge University Press, Cambridge, UK, 2008, p. 1
[2] Faulkner W, Santuario, Bruguera editorial, Barcelona, 1982, p 173
[3] Faulkner W, A rose for Emiy, en http://www.ciudadseva.com, “hogar electrónico del escritor Luis López Nieves”, Puerto Rico
[4] Steinbeck J, Las uvas de la ira, Planeta de Agostini, S.A., publicado por el diario El Planeta, serie Premio Nobel, Barcelona, 2003, capítulo 5, p. 51-62
[5] Tanto como Monseñor Norberto Rivera Cabrera hiciera hace dos días al realizar la Homilía del Domingo en la Catedral Metropolitana, qué coincidencia, pidiendo que el pueblo de México de a dios lo que es de dios y al césar lo que es del césar, qué original país tenemos. No creo que monseñor haya leído a Faulkner, de cualquier modo.
[6] Faulkner W, A rose for Emily, Op. cit.
[7] King S, A bag of bones, Random House Mondadori, México, 2006, p. 192
[8] Steinbeck J, Op. Cit. p. 35-6
[9] Cirlot JE, Diccionario de símbolos, 2nd edition, Routledge, London, 1971
[10] Wolfreys J, Robbins R, Womack K, Key concepts in literary theory, 2nd edition, Edinburg University Press, Edinmburg, 2006, p. 71
[11] Cirlot JE. Op. Cit.
[12] Lewis JR, Oliver ED, The dream encyclopedia, 2nd edition, Visible Ink Press, Detroit, 2009, p. 88
[13] Marcos-Serna R, El tuerto de artículo 123. Sobre la obra belascoaranesca de Paco Ignacio Taibo II, en http://www.lecturaexperimental.blogspot.com
[14] Cirlot JE, Op. Cit.
[15] McCartney P, Lennon J, Eleanor Rigby, from the album Revolver, track 2, Abbey Road Studios, London, 1966
[16] Grass G, El tambor de hojalata, Punto de lectura, México, 2006, p. 216
[17] Aliguieri D, La divina comedia, Época editorial, México, 2006, p. 80
[18] Ferber M, A dictionary of literary symbols, Cambridge University Press, Cambridge UK, 2007
[19] JR, Oliver ED, Op. cit.
[20] Cirlot JE, Op. Cit.

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