sábado, 7 de diciembre de 2013

1Q84





 

Voy a vivir un poco más aquí y ver qué sucede. La muerte siempre puede esperar. Quizá.
Aomame

Haruki Murakami (Kioto, 1949) es uno de los autores japoneses más reconocidos en la actualidad. Ganador de una serie de premios nacionales e internacionales (cuyos nombres no he de mencionar aquí por dos razones: a nadie que no sea docto en literatura le interesan y algunos son difíciles de recordar), es considerado uno de los principales autores de culto de la actualidad. Entre las obras que ha publicado se encuentra ésta, 1Q84, en japonés, Ichi-Kew-Hachi-Yon, compuesto de tres libros y publicado en México por Maxi Tusquets (enero 2013), su título hace un juego de palabras y números en que se hace referencia al año 1984 ya que en japonés el número 9 (Kyū) y la letra Q (Kew) se escriben con diferente ideograma pero se pronuncian igual. Posiblemente esto obedezca a que la historia es un viaje entre dos dimensiones paralelas, superpuestas, entre las cuales los personajes se mueven indistintamente y sin quererlo, arrastrados por los acontecimientos que ellos mismos van provocando. Muchas personas que usted puede leer en internet o en reseñas y revistas literarias hacen un paralelismo entre esta obra y 1984 de Orwell, sin embargo, a mí no me lo ha parecido en absoluto.
          En esta novela la vida de Aomame y su labor de vengadora se entremezclan con la vida de Tengo, corrector de estilo y escritor de novelas que se ve inmiscuido en la corrección de una obra escrita por Fukaeri, adolescente con algo de extraño en su comportamiento.
          Pero la novela cuenta con otros personajes tan interesantes como ellos: Tamaru, Ushikawa, la anciana de la casa de los álamos, el Líder, los guardaespaldas vestidos de negro, la Little People…
Una narración que parece repetitiva es constante en esta obra, sin embargo, esa repetición obedece a la visión que de los acontecimientos va teniendo cada uno de los personajes en momentos diferentes. Pese a su extensión, no es una novela tediosa, sino más bien, una de esas que uno quiere terminar pronto porque disfruta enormemente leyéndola.
      La descripción del Japón de los años ochenta, cuando las computadoras eran grandes armatostes, cuando existían esos anuncios publicitarios de la petrolera Esso y su tigre icónico, llevan al lector por el carril de los recuerdos y son el sello de Murakami. El autor vive los años ochenta (esa época que muchos dicen querer olvidar) a plenitud, regodeándose en sus experiencias personales (ya hemos dicho: qué es la literatura sino nuestra propia visión del mundo) y haciéndonos partícipes de su memoria, despertándonos reminiscencias que siempre han estado ahí pero que hemos olvidado de algún modo.
          Y la luna. La luna es compañera imprescindible del ser humano desde que es. Diosa, augurio, presagio, demonio, belleza, misterio, ambigüedad, luz en la sombra, se convierte en esta obra en la representación del portal entre dos dimensiones: una vez que en el cielo se ve esa luna blanca, brillante junto a su igual, verde y decaída, más pequeña y deforme, se sabe que se pasó de 1984 a 1Q84. Es como el cartel que indica el nombre de la calle a la que se ha llegado por error, confirmándonos que nos hemos perdido en el camino y que, sin embargo y pese a la sorpresa, no podemos abandonar.
         Pero la novela tiene otros elementos más mundanos que la hacen entrañable. Descripciones entre líneas del modo de vida, de la espiritualidad, de la sexualidad de Japón y sus habitantes. Para quienes gustamos de la cultura japonesa, éste es un buen manual de iniciación.
          Algo que quiero resaltar es la sexualidad. En las cuatro novelas de Murakami que he leído (Tokio blues, 1Q84, Después del terremoto y Sauce ciego, mujer dormida), él habla del sexo con claridad, con todas sus letras. Sin caer en la vulgaridad, Murakami pone al sexo en su justa dimensión, con la intensidad y la frecuencia que tiene en la vida real, sin florituras románticas y sin bajezas pornográficas.
         Los personajes enfrentan la muerte y la encaran a su modo, con respeto, con veneración, como lo que es: parte de la vida.[1] Pero la muerte en la novela trasciende a la perdida de la vida. Lo mismo que en la vida real. Los fantasmas, un tema recurrente en la cultura japonesa, se hacen presentes en esta obra, sin que se haya delimitado para ellos una frontera entre el ser espíritus y su vida cotidiana.
En resumen: que es un libro que vale la pena. No sólo es una novela de ciencia ficción-policiaca-fantástica a un tiempo, sino que es como un portal a un mundo que la mayoría de los occidentales no conocemos o del que sólo tenemos referencias occidentalizadas, ya por el cine, ya porque lo vemos sólo como el misterioso y profundo oriente. Nada que ver con El Tigre y el Dragón, nada que ver con Black Rain, nada con Yakuza, Honda, Mitzubishi. Nada que ven con nada que yo haya leído o visto antes.
         Dos pulgares arriba para esta obra y su autor quien ya ocupa el lugar central de mi librero.



I'll live a little longer and see what happens here. Death can always wait. Maybe. 
Aomame


Haruki Murakami (Kyoto, 1949) is one of the most renowned Japanese authors today. Winner of a number of national and international awards (names I will not mention here for two reasons: they´re not of the interest for anyone who is not learned in literature and some are hard to remember), is considered one of the principal cult writers today. Among the works he has published is 1Q84, in Japanese, Ichi-Hachi-Kew-Yon, composed of three books and published in Mexico by Maxi Tusquets (January 2013), the title is a play on words and numbers that makes reference to the year 1984 since in Japanese the number 9 (Kyu) and the letter Q (Kew) are written with different ideogram but are pronounced the same. Possibly this obeys the fact that the story is a journey between two parallel, overlapping dimensions among which the characters move, drawn by the events that they are causing themselves. Many people that you can read online or in magazines and literary reviews make parallels between this work and Orwell's 1984, however, to me it has not seemed at all.
In this novel, Aomame's work as avenger is interspersed with the life of Tengo, copyeditor and writer who is intruded in correcting a paperback written by Fukaeri, teen with something strange in her behavior work.
But the novel has other such interesting characters as: Tamaru, Ushikawa, the old lady from house of the poplars, the Leader, bodyguards in black suits, the Little People...
A narrative that seems repetitive is constant in this work, however, this repetition reflects the vision of events is having each of the characters at different times. Despite its size, it is not a tedious novel, but rather, one of those that you want to end soon because greatly enjoys reading it.
The description of Japan in the eighties, when computers were hulks, when the Esso oil company and its iconic tiger were ads in the streets, takes the reader through the memory lane and are the hallmarks of Murakami. The author live eighties (the time that many say they want to forget) to the fullest, reveling in their personal experiences (I´ve said : what the literature but our own view of the world) and making us sharers in his memory, awakening reminiscences that always have been there but we have somehow forgotten.
And the moon. The moon is indispensable companion of man since it is. Goddess, omen, portent, demon, beauty, mystery, ambiguity, light shade, this work becomes the representation of the portal between two dimensions: once in the sky is that white moon, bright, aside to its equal, green and decayed, smaller and deformed, one knows to be entered from 1984 to 1Q84 . It's like the sign indicating the name of the street that has been reached by mistake, confirming that we have lost along the way and yet despite the surprise, we cannot abandon.
But the novel has other more mundane elements that make it endearing. Descriptions inline way of life, spirituality, sexuality of Japan and its people. For those who like Japanese culture, this is a good manual initiation.
Something I want to highlight is sexuality. In the four novels from Murakami I've read (Tokyo blues, 1Q84, After the earthquake and Blind willow, sleeping woman), he speaks of sex with all its letters. Without falling into vulgarity, Murakami puts sex in its proper perspective, with the intensity and frequency in real life, without romantic frills or porn meanness.
The characters face death their own way, with respect, veneration, as it is part of life. But death in the novel transcends the loss of life. As in real life. Ghosts, a recurring theme in Japanese culture, are present in this work, without having defined a border for them between the spirits being and their daily lives.
In short, it is a book worth to be read. Not just a science fiction-thriller-fantastic novel at a time, but it is like a portal to a world that most Westerners do not know or that we only have westernized references, as cinema, and we see just as the mysterious and deep east. Nothing to do with Crouching Tiger, Hidden Dragon, nothing to do with Black Rain, anything with Yakuza, Honda, Mitzubishi. Nothing to see with anything I have read or seen before.
Two thumbs up for this work and its author who already occupies the central place in my bookshelf.







[1] Ya habrá que hacer un texto sobre la muerte y la vida. Ha estado madurando en mi cabeza pero aún no he podido ponerlo en papel. ¿Es la muerte realmente parte de la vida o es consecución de la misma? Como dijo Epicuro: la muerte es una quimera porque mientras yo existo, la muerte no existe y cuando la muerte es, yo ya no existo. Es un tema interesante en el que se pueden mezclar las concepciones médicas y filosóficas. Ya veremos.


Imagen: http://www.publico.es/culturas/464366/murakami-mcewan-o-mankell-apuestas-editoriales-para-este-otono


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