Petros Markaris
Desde
mediados de los años noventa anda rondando las calles de la ciudad griega de
Ática un comisario de policía llamado Kostas Jaritos, un tipo algo entrado en
años y que tiene por gracia ser muy humano: con un pasado laboral que parece
sino atormentarlo sí, por lo menos, incomodarlo pero del que puede deshacerse
para seguir tirando, y con las dudas expresas y no expresas de un hombre que ha
visto en los actos de los otros las cosas que nos hacen humanos y nos
diferencian de los animales, como la maldad a conciencia.
Leyendo
esta novela me hago una idea muy vaga de la complejidad de las relaciones
socioculturales, étnicas, económicas, políticas y de poder que prevalecen en
aquella región del mundo y sólo puedo compararlo con la vida que yo tengo, en
esta frontera, donde también hay una mezcla cultural y étnica muy interesante. De
hecho, Petros Markaris, el autor de la serie, ha dicho algo que es esencial de
la novela negra: escribirla es usar un vehículo para contar la realidad. Porque
escribir novela negra no es inventarse sólo una historia, le digo a mi hijo de
doce que escribe cuentos, es tener algo que contar, usualmente algo real, que
pueda ser contado con la violencia, la velocidad, la sorpresa con que la
realidad sucede. Ahí está un excelente ejemplo de lo que digo: el sinaloense Élmer
Mendoza y su, a veces imposible pero siempre increíble, Edgar "el
zurdo" Mendieta, o Benjamin Black, aparente reencarnación de Raymond
Chandler y su detective Philip Marlow junto a Sam Spade de Hammett, ejemplo del
detective privado.
Aquí
un paréntesis: pronto, algo sobre Mendoza, en este blog. Leyendo a Mendieta me
doy cuenta de mi mal pulido personaje de la miniserie Balam publicada en este
blog es solo una brizna de polvo flotando en una habitación cerrada a la que
cortan rayos de sol. Habrá que reescribirlo.
Otro
paréntesis: me ha dado la impresión de que es una tendencia de los nuevos
escritores (ok, eso de nuevos es un decir) del género negro usar nombres de famosos para sus detectives u otros
de sus personajes hoy en día, como el Charlie Parker de Connolly o el Philip
Marlow de Black, discretamente relacionado al C. Marlow, dramaturgo, pero definitivamente relacionado al Marlow de Chandler.
Volviendo
a esta novela de Markaris.
¿Quién
es María Jambu? ¿Por qué aparecen algunos ciudadanos turcos y griesgos, todos
relacionados entre sí de alguna forma, muertos por una arma muy poco usual?
¿Por qué la hija del comisario Jaritos ha de casarse? ¿Por qué el comisario
turco con el que Jaritos debe trabajar, interrumpiendo a ratos sus vacaciones
en Estambul, tiene una relación tan personal con Alemania?
Vaya,
que la extensión de la novela no es muy grande aunque a ratos es muy enredada,
pero es buena. Habrá que buscar otras novelas de Markaris que sean menos
deslucidas que este brevísimo ensayo.
Petros Markaris.
Since the mid-nineties goes prowling the streets of the Greek city of Attica a police commissioner named Kostas Jaritos, a guy advanced in years and whose grace is very human: a labor past that seems –if not torment him, at least, make him uncomfortable, but from which he can get rid to keep going, and with the expressed and non-expressed doubts of a man has seen in the action of other people that make us human and state a difference between us and animals, as conscientiously evil.
I read this novel and I
have very vague idea of the complexity of the socio economic, ethnic, political
and power relations that prevail in that region of the world and I can only compare it
with the life that I have, at this border, which also has a very
interesting cultural and ethnic mixture. In fact, Petros Markaris,
the author of the series, has said
something that is essential to
the crime novel: writing black
novel is to use a vehicle to narrate
the truth. Because writing crime fiction is not just
inventing a story, I say to my son 12yo who write
stories, is to have something to tell, usually something
real, that can be narrated on the violence, speed, and surprise
with reality happen. There is an excellent example of what I mean: the sinaloan writer Elmer
Mendoza and his sometimes impossible, but always amazing, Edgar "Lefty" Mendieta, or Benjamin Black,
apparent reincarnation of Raymond Chandler and
his hard line detective Philip
Marlow, aside to Hammett´s Same Spade, paramount of P.I.
Here a parenthesis: soon something about Mendoza in this
blog. Once reading Mendieta´s
adventures, I realize my bad polished character in the miniseries Balam published
in this blog is just a speck of dust floating in a closed room that sunlight
cuts. I will have to rewrite it.
Another
parenthesis: It has given me the impression that it is a trend of new writers (ok, nwe is a sort of speaking) of black novel to use
celebrity names to their detectives or
other of his characters today,
as John Connolly´s Charlie Parker
or Benjamin Black´s Philip Marlow, discreetly related
to C. Marlow,
the playwrighter, but definetely related to Chandler's Marlow.
Returning
to this novel
Markaris.
Who is Maria
Jambu? Why some Turkish
and Greek citizens, al interconected somehow, appear killed by a very
unusual weapon? Why Jaritos commissioner's daughter has married? Why
the Turkish commissioner Jaritos have to work with, by times interrupting his
own holiday in Istanbul, has a
very personal relationship with Germany?
Say, the extension of the novel is not quite long and at times
is very tangled, but is good. One will have to seek other Markaris´ novels that, surely, are less dingy than this brief essay.
Text: Ricardo Marcos-Serna©
Image:https://www.reporteymas.com a través de Google image search
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