lunes, 11 de mayo de 2015

Muerte en Estambul -- Death in Istambul


 Petros Markaris



Desde mediados de los años noventa anda rondando las calles de la ciudad griega de Ática un comisario de policía llamado Kostas Jaritos, un tipo algo entrado en años y que tiene por gracia ser muy humano: con un pasado laboral que parece sino atormentarlo sí, por lo menos, incomodarlo pero del que puede deshacerse para seguir tirando, y con las dudas expresas y no expresas de un hombre que ha visto en los actos de los otros las cosas que nos hacen humanos y nos diferencian de los animales, como la maldad a conciencia.

Leyendo esta novela me hago una idea muy vaga de la complejidad de las relaciones socioculturales, étnicas, económicas, políticas y de poder que prevalecen en aquella región del mundo y sólo puedo compararlo con la vida que yo tengo, en esta frontera, donde también hay una mezcla cultural y étnica muy interesante. De hecho, Petros Markaris, el autor de la serie, ha dicho algo que es esencial de la novela negra: escribirla es usar un vehículo para contar la realidad. Porque escribir novela negra no es inventarse sólo una historia, le digo a mi hijo de doce que escribe cuentos, es tener algo que contar, usualmente algo real, que pueda ser contado con la violencia, la velocidad, la sorpresa con que la realidad sucede. Ahí está un excelente ejemplo de lo que digo: el sinaloense Élmer Mendoza y su, a veces imposible pero siempre increíble, Edgar "el zurdo" Mendieta, o Benjamin Black, aparente reencarnación de Raymond Chandler y su detective Philip Marlow junto a Sam Spade de Hammett, ejemplo del detective privado.

Aquí un paréntesis: pronto, algo sobre Mendoza, en este blog. Leyendo a Mendieta me doy cuenta de mi mal pulido personaje de la miniserie Balam publicada en este blog es solo una brizna de polvo flotando en una habitación cerrada a la que cortan rayos de sol. Habrá que reescribirlo.

Otro paréntesis: me ha dado la impresión de que es una tendencia de los nuevos escritores (ok, eso de nuevos es un decir) del género negro usar nombres de famosos para sus detectives u otros de sus personajes hoy en día, como el Charlie Parker de Connolly o el Philip Marlow de Black, discretamente relacionado al C. Marlow, dramaturgo, pero definitivamente relacionado al Marlow de Chandler.

Volviendo a esta novela de Markaris.

¿Quién es María Jambu? ¿Por qué aparecen algunos ciudadanos turcos y griesgos, todos relacionados entre sí de alguna forma, muertos por una arma muy poco usual? ¿Por qué la hija del comisario Jaritos ha de casarse? ¿Por qué el comisario turco con el que Jaritos debe trabajar, interrumpiendo a ratos sus vacaciones en Estambul, tiene una relación tan personal con Alemania?

Vaya, que la extensión de la novela no es muy grande aunque a ratos es muy enredada, pero es buena. Habrá que buscar otras novelas de Markaris que sean menos deslucidas que este brevísimo ensayo.



Petros Markaris.

Since the mid-nineties goes prowling the streets of the Greek city of Attica a police commissioner named Kostas Jaritos, a guy advanced in years and whose grace is very human: a labor past that seems –if not torment him, at least, make him uncomfortable, but from which he can get rid to keep going, and with the expressed and non-expressed doubts of a man has seen in the action of other people that make us human and state a difference between us and animals, as conscientiously evil.

I read this novel and I have very vague idea of the complexity of the socio economic, ethnic, political and power relations that prevail in that region of the world and I can only compare it with the life that I have, at this border, which also has a very interesting cultural and ethnic mixture. In fact, Petros Markaris, the author of the series, has said something that is essential to the crime novel: writing black novel is to use a vehicle to narrate the truth. Because writing crime fiction is not just inventing a story, I say to my son 12yo who write stories, is to have something to tell, usually something real, that can be narrated on the violence, speed, and surprise with reality happen. There is an excellent example of what I mean: the sinaloan writer Elmer Mendoza and his sometimes impossible, but always amazing, Edgar "Lefty" Mendieta, or Benjamin Black, apparent reincarnation of Raymond Chandler and his hard line detective Philip Marlow, aside to Hammett´s Same Spade, paramount of P.I.

Here a parenthesis: soon something about Mendoza in this blog. Once reading Mendieta´s adventures, I realize my bad polished character in the miniseries Balam published in this blog is just a speck of dust floating in a closed room that sunlight cuts. I will have to rewrite it.

Another parenthesis: It has given me the impression that it is a trend of new writers (ok, nwe is a sort of speaking) of black novel to use celebrity names to their detectives or other of his characters today, as John Connolly´s Charlie Parker or Benjamin Black´s Philip Marlow, discreetly related to C. Marlow, the playwrighter, but definetely related to Chandler's Marlow.

Returning to this novel Markaris.

Who is Maria Jambu? Why some Turkish and Greek citizens, al interconected somehow, appear killed by a very unusual weapon? Why Jaritos commissioner's daughter has married? Why the Turkish commissioner Jaritos have to work with, by times interrupting his own holiday in Istanbul, has a very personal relationship with Germany?

Say, the extension of the novel is not quite long  and at times is very tangled, but is good. One will have to seek other Markaris´ novels that, surely, are less dingy than this brief essay.


Text: Ricardo Marcos-Serna©

 Image:https://www.reporteymas.com a través de Google image search

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