sábado, 11 de septiembre de 2010

Bicentenario

 Para la Real Academia Española: m. día o año en que se cumplen dos siglos del nacimiento o muerte de una persona ilustre o un suceso famoso // m. fiestas que alguna vez se celebran por dichos motivos // m. fiesta que se celebra de 200 en 200 años.
Para los mexicanos: época de festejos, de nacionalismo, de sentimiento de pertenencia a un grupo social llamado México, de consagración de las Instituciones (a las que algunos mexicanos son tan dados; para ejemplo: la familia mexicana y la Familia Michoacana, la Patria, la Bandera, el Partido, el ISSSTE, el IMSS, Pemex, la APO, la UNAM y el IPN, el SME, las Chivas y el América, la Raza, los Zetas, los aztecas, los rudos y los técnicos, la Madre –la más grande institución en la mente del mexicano– la virgen de Guadalupe –“la madrecita de todos los mexicanos”, dicho con tono chilango, claro–, la Marina Armada, los chutas, los AFIs, los narcos, los norteños y los “del sur”, los ricos y los que tienen capacidades económicas diferentes); época de rememorar y amar a nuestros héroes (Cuauhtemoc, quien prefirió el tormento a entregar a los “invasores” nuestros tesoros; Hidalgo, quien dejó de lado la eternidad que el apostolado le confería para luchar al lado de sus hermanos los indios; Carranza, quien prefirió la muerte antes de entregarse al bandido Villa; Narciso Mendoza, el niño artillero, consagrado menor de edad que destacó en la Batalla de Cuautla; Juan Escutia quien, en el máximo sacrificio, cubrió su cuerpo con el lábaro patrio y prefirió despeñarse por las ladera de Chapultepec a ver a nuestra enseña patria en manos invasoras; Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, las dos indígenas otomíes acusadas de secuestrar a 6 policías federales completamente pertrechados, con rifles Heckel & Koch G36, con cascos tácticos de klevar, armas automáticas de mano Beretta 92 –ellas dos, con sus letales comales de vendedoras de pepitas, armas de destrucción masiva–; Miguel Nazar Haro y Fernando Gutiérrez Barrios, dueños absolutos del país, aún por encima de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez en sus respectivos momentos, perpetradores de la guerra sucia, del terror constante que mantuvo a México sometido antes de que los cárteles llegaran; el Santo, quintaesencia del héroe); época de sentirnos mexicanos, aguantadores hasta morir, no hay mujer que nos duela, con agua y jabón se quita el olor de cualquier cabrón, mañana sí que lo hago, ¿cómo nos arreglamos?, chingue a su madre por pendejo, pinche gobierno de mierda, la última y nos vamos, “el chicharito” juega en el em-iu, (entiéndase Manchester United), ¡pero le ganamos a Francia¡,


Decían los periódicos: El mundo atraviesa por un momento angustioso.
El espectro de la guerra final se proyecta en el horizonte. El símbolo sombrío
de nuestro tiempo es el hongo atómico. Sin embargo había esperanza.
Nuestros libros de texto afirmaban: Visto en el mapa México tiene forma
de cornucopia o cuerno de la abundancia. Para el impensable año dos mil
se auguraba –sin especificar cómo íbamos a lograrlo– un porvenir de plenitud
y bienestar universales.

Así las cosas, México es un país en el riel del progreso.
Pero, sin que entendamos cómo, un hecho negro, nacido en la maquiavélica mente de un caricaturista gringo, vino a perturbar nuestra fiesta nacional.
Daryl Cagle (1956), monero oficial de MSNBC.com, una empresa que engloba a NBC Universal, Microsoft, NBC News, The New York Times y The Washington Post, publicó en su blog Daryl Cagle´s the Cagle Post Cartoons & Commentary una caricatura reproducida en el periódico Reforma en la que se plasma una bandera de los Estados Unidos Mexicanos con el águila abatida por una ráfaga de balas.
Si usted lee los comentarios que los usuarios del blog hacen al respecto, encontrará un encomiado repudio a la caricatura en el cual el principal componente es un odio recalcitrante a lo que, en apariencia, es una ofensa hacia los Símbolos Patrios de nuestra nación.
Después de leer los comentarios en cuestión y de pensarlo un poco, me decidí a buscar en internet la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales.
Al respecto de la publicación del monero en cuestión, los comentarios van, hay que decirlo, de lo más atroz como la comparación del uso que él hizo de la bandera mexicana con la quema de la bandera americana por los talibanes, hasta el decir:

Comment from JANETTE GARZA | [e]
Time August 31, 2010 at 3:41 pm
YO NO SE A QUIE SE LE OCURRIO ESTE GRAFICO …. EN MEXICO ES NUESTRO SIMBOLO PATRIO MAS AMADO Y RESPETADO TANTO QUE SOMOS CAPACES DE DAR LA VIDA POR ELLA …..ES UN INSULTO ESTE GRAFICO PARA MEXICO COMO PAIS , A SU BANDERA Y A LOS MEXICANOS …..LA VIOLENCIA O INSEGURIDAD QUE PUEDA HABER NO ES PRETEXTO PARA REALIZAR ESTE TIPO DE GRAFICOS PARA QUERER EXPRESAR IDEAS , DESDE NIÑOS SE NOS INCULCA EL AMOR Y EL RESPETO HACIA NUESTRA BANDERA …!!!!!!!!! OJALA QUE LAS AUTORIDADES MEXICANAS SE DEN CUENTA DE ESTO Y PUEDAN HACER ALGO AL RESPECTO… LE PIDO DE LA MANERA MAS ATENTA QUE RETIRE ESTE GRAFICO DE LA PUBLICACION PUES COMO LO HE DICHO ANTES ES UN INSULTO PARA NUESTRA BANDERA , NUESTRO PAIS Y PARA NOSOTROS COMO MEXICANOS …..(sic).

Con todo y faltas de ortografía el comentario no refleja más que la media de los comentarios que desacreditan el derecho de una ciudadano no mexicano (y de un nacional, también) a decir lo que piensa. O, en su caso, a dibujarlo.
Como se refleja del párrafo reproducido antes, la bandera es nuestro símbolo patrio más amado y respetado, cosa que se nos inculca desde nuestra formación escolar básica cuando se nos presenta la historia de Los Niños Héroes, un grupo de cadetes del Colegio Militar que estaban castigados (cosa que la historia oficial omite) en el Castillo de Chapultepec, por entonces Colegio Militar, quienes, fortuitamente, se vieron envueltos en la batalla librada el 13 de septiembre de 1847 contra el ejército Americano. Uno de ellos, Juan Escutia, cuyos documentos oficiales se “perdieron” en el asalto, nayarita por nacimiento, teniente segundo de artillería, de aproximadamente 15 años de edad, se envolvió en la bandera y saltó por el este del castillo impidiendo que los invasores se apoderaran de nuestra bandera, por la que “(…) somos capaces de dar la vida por ella (…)”.
La bandera americana, con todo y la heroica acción de Escutia, ondeó en el Palacio Nacional de Ciudad de México desde el día siguiente, 14 de septiembre de 1847, hasta el 12 de junio de 1949. Se dice que los mexicanos capitalinos, tan adaptables, hicieron de la presencia norteamericana en las calles del Centro un modo de vida. Se les vendía licor y sexo, se les trataba con deferencia, se les aceptó.
También del comentario citado se deriva la siguiente aseveración: (…) la violencia o inseguridad que pueda haber (sic) no es pretexto para realizar este tipo de gráficos para querer expresar ideas (…). Es decir: nosotros podemos quejarnos de que las armas con las que se ha matado a más de 26 000 mexicanos en relación al narcotráfico son de procedencia norteamericana y podemos quejarnos de que 70% de los americanos consumen o han consumido marihuana; podemos decir que EUA debe hacer algo para sellar su frontera al paso ilegal de armas hacia el sur, podemos exigir que las políticas de Estados Unidos con respecto al consumo de drogas cambien, pero ellos no pueden decir, en una caricatura, que México es un país violento. ¿No es así? Es ridículo.
La soberanía mexicana se ve violada o trasgredida o pisoteada cada día cuando los mexicanos damos mordida, cuando tiramos papeles en la calle, cuando compramos piratería. Pero no toleramos que otros vengan a decirnos cómo vivimos o cómo vivir (pos ¡¿qué se creen estos hijos de la chingada?¡). México es el número 89 entre los países más corruptos del mundo según la asociación Transparency International. Sí claro, vivimos de maravilla. Pero una desestabilizadora caricatura nos pone los pelos de punta.
Actualmente en la televisión y el radio, los medios impresos y en la calle, en el imaginario colectivo, se nos machaca que estamos festejando nuestro bicentenario, los doscientos años del nacimiento de nuestra Patria, los cien años del inicio de una revolución que dejó un millón de muertos, el orgullo de ser mexicanos.
La Independencia fue gestación de los criollos y se valieron de los indios para hacerse del poder. La revolución fue un movimiento legítimamente campesino que cayó en manos de unos pocos hacendados (por quienes, la ley citada antes, ordena que la bandera ondee a media asta, como por el obseso con el poder Venustiano Carranza) que, al final, dejaron a los pobres de lado. El Milagro Mexicano fue una política económica que concentró el poder y la riqueza en unas pocas familias a costa del trabajo de miles de obreros y campesinos entre 1940 y 1970 (eso sí es un milagro: empobrecer al jodido debe ser más difícil que caminar sobre el agua). La guerra contra el narcotráfico es la bandera que enarbola el gobierno oficial para demostrar su incapacidad de quitarse el cáncer de corrupción que lo domina desde dentro y pretender demostrar al pueblo su compromiso con la seguridad. Vicente Fox diciendo pendejadas sobre “José Luis Borgues” es la realidad del hoy-hoy-hoy. Calderón hablando frente al congreso de EUA es la prueba fehaciente de que México ha avanzado. Las indígenas violadas todos los días en las sierras del país por el Glorioso Ejército Mexicano y por quienes jamás se vertió un río de tinta como por el secuestro del “valioso” ex senador Fernández de Ceballos es una prueba de la solidez de las instituciones. Las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez son prueba diáfana de que en México la igualdad de géneros es una realidad. Los sueldos de los médicos que trabajan en instituciones gubernamentales son tan bajos comparados con los de los maestros porque es más difícil educar a la gente para que sea estúpida que curarla de su estupidez. La existencia del EZLN es una mancha sobre el papel preclaro del presidente en turno. La existencia de una presidencia dual, la “legítima” en manos de un despreciable ser acomodaticio que brinca de partido en partido y de una “espuria” que oficializa la corrupción es única en el mundo. Le ganamos a Francia en el Mundial y eso sí es noticia, no la difusión en internet de un video donde policías federales se burlan de un tipo herido de muerte. México es el lugar 76 en educación pero eso no importa si tenemos las mejores telenovelas de Latinoamérica. Somos el país con más elementos militares del mundo pero somos el país con más niños obesos en el mundo.
Después de decir esto es claro entender por qué una caricatura como la de Mr. Cagle nos causa tanto dolor patrio: ¡tenemos tantas cosas que festejar que es injusto que un gringo venga a estropearnos la fiesta¡
Festejemos, vaya, que viva México.

1. Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, 22ª edición, consultada el 11 de septiembre de 2010 en http://buscon.rae.es/draeI/
Centro ProDH, Otomíes acusadas de secuestrar a policías federales, sin apoyos oficiales, informador.com.mx, consultado el 11 de septiembre de 2010 en http://www.informador.com.mx/mexico/2010/189475/6/otomies-acusadas-de-secuestrar-a-federales-sin-apoyos-oficiales.htm
2. Pacheco JE, Las batallas en el desierto, Era ediciones, México, 1994, página 10
3. Cagle D, The Cagle Post Cartoons & Commentary, Don´t Desecrate Our Flag, consultado el 11 de septiembre de 2010 en http://blog.cagle.com/daryl/2010/08/31/dont-desecrate-our-flag/
4. Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Secretaría general, Secretaría de Servicios Parlamentarios, Centro de Documentación, Información y Análisis, Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 8 de febrero de 1984, última reforma DOF 21-01-2008, consultada el 11 de septiembre de 2010 en http://dof.gob.mx
5. Cagle D, Op. cit.
6. Existe un artículo en la Revista Historias y Relatos en México, número 5, publicada por editorial Raíces, 2009, llamado La capital en manos invasoras donde se describe a detalle este hecho. Lamentablemente, tengo ese ejemplar en Ciudad Juárez y no tengo a la mano el autor ni la referencia exacta. Se las debo.
7. Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Op. cit.

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