¿Qué debe tener una narración para que a usted que está
leyendo se le provoque una sensación de desasosiego tal que, por momentos,
quiera dejar el libro que tiene entre las manos? ¿Mucho sexo? ¿Asesinatos
irracionalmente violentos? ¿Sexo duro? ¿Muchas drogas? ¿Corrupción policial? ¿Qué?
Eso es una cuestión personal a la que, probablemente, muchos
lectores no se hayan enfrentado. Lo más lógico es que, si usted lee algo que le
desagrada, lo deje y busque algo que lo satisfaga, ¿verdad?
Claro. Y sin embargo, hay ocasiones en las que uno no puede
dejar de leer. Es como cuando alguien ve un video en el que sabe que a alguien
le va a pasar algo verdaderamente malo y, aún a sabiendas, sigue viendo, con el
corazón acelerado, pero sin despegar la vista de la pantalla.
A mí me sucedió esto con Los tipos duros no bailan.
Pasó por mis manos por primera vez en 2009 y, cuando llevaba
a penas dos capítulos leídos, se me perdió. Y no lo conseguí, sino hasta
principio de este año y, claro, lo terminé esta vez. Pero lo leí esperando que
se acabara pronto (no porque la historia fuera mala o aburrida sino…) porque me
provocó una gran angustia.
En un tiempo en que la televisión no pasa más que dramas de
homicidios (CSI, NCIS, Criminal Minds, The Killing y similares) o realities de homicidios reales (Las
primeras 48, Crime 360 y similares), no es el hecho de que la novela comience
con un homicidio la causa de mi inquietud, ni la intranquilidad que sufre
Madden al no saber por qué su auto está lleno de sangre o hay una cabeza de
mujer en su escondite de droga debajo de un árbol, tampoco es el hecho que el
perro le rehúya cada vez que lo mira, ni ese misterioso tatuaje que apareció en
su brazo de la noche a la mañana. No es la ausencia de recuerdos del personaje,
la laguna mental que siguió a una borrachera; creo que tampoco es el tipo de
sexo que se trata en la obra, siempre duro, siempre sucio (vaya, que tampoco se
trata de que el sexo sea una experiencia rodeada de flores y ponis), siempre
con vejaciones para una de las partes, como en el caso del Araña y su esposa a
la que orinaba siempre después del sexo, o los frecuentes engaños de Paty
Lareine a Madden, o el hecho de que todos (o casi todos) los personajes fumen
marihuana. Tampoco es que la historia sea mala (en absoluto) o aburrida (para
nada), sino que es una parte de la humanidad que está reservada al ámbito
privado y no es común verla expuesta en la literatura con esa crudeza, sin
pretender conocer toda esta bella arte.
Norman Mailer (NJ, 1923 – NY, 2007) publicó esta novela en
1984 y en ella nos muestra una región de Massachusetts y Nueva Inglaterra que
nada tiene que ver con la paz y el sosiego del bosque, con el frío y la niebla
que vienen del mar, con el paisaje que nos narra Stephen King.
(He de aclarar que King también cuenta cosas como las que
aquí narra Mailer, pero con un lenguaje diferente. La traducción de Los tipos
duros no bailan que tengo, de la Serie Oro de editorial Planeta [Barcelona, 1984]
está plagada de palabras obscenas y no es problema del traductor, es que así
está en inglés; hay ahí varios sucedáneos de la palabra pene que ni idea que
existieran).
Y sin embargo, pese a toda esa desazón que me despertó,
afirmo que la trama de la novela es, si se me permite el pretencioso vocablo,
magistral. Un verdadero nudo que se deshace no con una artimaña literaria como el síndrome del manco ni con la
providencial amnesia multitudinaria, sino con una elaborada red de relaciones y
pequeños hechos encadenados –que siempre estuvieron ahí, en la novela- que
hacia el final nos llevan a una conclusión lógica.
Probablemente, como me ha pasado otras veces, en este
pequeño texto me quede corto al tratar de expresar lo que sobre lo que la
novela quisiera. Sin embargo, creo que es un libro que debe leerse con atención
y paciencia. Si usted ya lo ha leído y quiere disentir de lo aquí escrito o
aportar algo a lo mismo, siéntase en libertad (sino en obligación) de hacerlo.
Gracias por leer.
What should
have a story for you, the reader, feel an uneasiness such that, at times, have
the need to put the book aside? Lot of sex? Hardcore? Hard sex? Too many drugs?
Police corruption? What?
A personal
question, indeed, that many readers mayhap never faced before. The logic says that,
if you reads something you don´t like, let it aside and search for something
more pleasant, doesn´t it?
Of course.
Yet there are times you just can´t stop reading. Like when someone is watching
a film in which you know something really bad is going to happen to someone
and, still, you keep watching, your heart beating furiously, unable to take
your eyes away from the screen.
That happen
to me with Tough guys don´t dance.
It came to
my hands first in 2009 and I lost it when I had read only two chapters. I found
it again at the beginning of this year and, for sure, I read it to the end. Since,
I read it hopping it to end soon (not because it was a bad o boring story, but…)
´cause it caused me a great anxiety.
At times
when TV drams spend no more than homicide (CIS, NCIS, Criminal Minds, The
Killing and others) o realities of real murders (The First 48, Crime 360 and
others), is not the fact than this novel begins whit a murder the cause of my restlessness,
nor the anxiety suffered by Madden for not knowing why his car is covered by
blood or the fact that there is a woman´s head into his drug hideout in the
woods, nor the mysterious fact that his dog shuns from him any time he shows to
it, or the mysterious tattoo in his arm. It is not the absence of memories that
he suffers, the blackout after a drinking night; I think it is not the kind of
sex narrated in the paperback, always hard, always dirty (say: it is not that
sex should be an experience surrounded of flowers and ponies), always with
vexations for one of the parts, as in the case of the Spider
and his wife to whom he always
urinate after sex, or the frequent deceptions Patty Lareine use to make to Madden, or the fact that all (ar almost all) of the characters
use to smoke weed. Neither is as we are talking about a bad play (not at all)
or boring (no way), but that is a part of mankind usually reserved to privacy
and is uncommon exposed in literature so raw –not pretending to know all of
this beauty art.
Norman
Mailer (NJ, 1923 – NY, 2007) published this novel in 1984 and shows us a region
from Massachusetts and New England that has nothing to do with peace and
quietude of the woods, with cold and fog coming from the sea, with landscape
that Stephen King talk us about –leaving aside his monsters.
(I
must say that King also narrates things alike Mailer´s work, but in a different
style. The translation from Though guys don´t dance I own, from Golden series
by Planeta publishing [Barcelona, 1984], its plagued of obscenities and it is
not ´cause of translator, as it is written that way in English; there are many
substitutes of the word penis I didn´t have notice about).
Yet,
despite the uneasiness it caused me, I say that the plot of the novel is, if I may be allowed
to use so pretentious word,
masterful. A true knot that melts not
as a literary ruse,
maimed man syndrome kind nor means
a providential massive amnesia, but with
an elaborate network of relationships
and small-chained facts that were always there, in the novel that lead us towards
the end to a logical conclusion.
Probably,
as has happened to me before, in this short text I cannot explain entirely what
I wish about this novel. However, I think it is a book one should read
carefully, patiently. If you have read it and feel as you can enrich this text,
feel free (but must) to do it. Thanks for reading.
Image: http://www.goodreads.com/book/show/12469.Tough_Guys_Don_t_Dance