La
última anotación, correspondiente al día 7 de octubre de 1967 que el Comandante
Doctor Ernesto Guevara hizo en su diario de Bolivia, describe como bucólico el
decimoprimero mes de vida de la guerrilla boliviana, anota el apresamiento de una mujer pastora para
interrogarla y obtener información sobre las posiciones del ejército, establece
la posición de la columna a una legua[1]
de La Higuera y menciona el pago de cincuenta pesos a un campesino y su familia
para que no delaten su posición "... con pocas esperanzas de que cumpla a
pesar de sus promesas";[2]
esa anotación fue la siguiente:
El Ejército dio una rara
información sobre la presencia de 250 hombres en Serrano para impedir el paso
de los cercados en número de 37 dando la zona de nuestro refugio entre el río
Acero y el Oro. La noticia parece diversionista (sic).[3] H –
2 000 ms.[4]
A
las 1430 horas del día siguiente el Che sería apresado, junto a Simón Cuba, por
los soldados Encinas y Choque y el cabo Balboa, rangers del ejército boliviano, bajo el comando del capitán Gary
Prado. Aproximadamente a las 1310 horas del miércoles 9 de octubre de 1967, el
suboficial Mario Terán dispararía dos ráfagas de metralleta contra un herido y desarmado Ernesto
Guevara, matando al hombre y dando continuación al mito que se venía forjando
desde la infancia del guerrillero, reforzado en la Sierra Maestra y
consolidado en la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Antes
del asesinato del Che, los oficiales de los rangers
habían dado parte a sus superiores en La Paz y éstos a sus superiores de la CIA,
quienes enviaron a los agentes Gustavo Villoldo y Félix Rodríguez a revisar las
pertenencias del Che. Entre éstas había mapas que el mismo Che corregía con
lápices de colores, pertrechos, brújula... cosas que carecían de importancia para los
servicios de contraguerrilla. Entre los objetos que sí tenían ese valor se contaba con
el diario (que pasaría una gran serie de peripecias hasta llegar a manos de
Aleida March, viuda del Che), el libro de claves con que él cifraba y decodificaba los mensajes que mantenia con las redes urbanas en Bolivia y con Cuba, y un cuaderno de pastas verdes, con
letras árabes, que contenía una serie de poemas sin título y sin autor
reconocible (excepto uno, marcado como L. Felipe). Era una antología poética del Che.[5]
Muchos
años después se supo que esos poemas pertenecían a poetas que, de un modo u
otro habían estado en relación directa con las luchas sociales de sus
respectivos países. Tres de ellos se reunieron personalmente con Ernesto
Guevara; esos poetas fueron Pablo Neruda (chileno, 1904-1973. No sólo fue un
poeta, sino un combatiente republicano en la Guerra Civil española, a la que se
agregó sin miramientos; no sólo participó contra las tiranías en España, sino
en su mismo país, donde fue fundador del Partido Comunista de Chile. Fue
senador de su país y vio la llegada al poder de Gabriel González Videla quien,
apoyado o incitado por la presión estadounidense, promulgó ilegal al PC
chileno; Neruda fue el más ácido detractor del régimen, acaso porque su voz era
la que se escuchaba más fuerte desde el Senado del país o desde diarios internacionales
donde colaboraba); Nicolás Guillén, (cubano, 1902-1989. Poeta y abogado trunco,
conoció la vida de la isla bajo el mandato de Fulgencio Batista Zaldívar, a
quien derrocara la Revolución encabezada por Fidel Castro. En México, Guillén
se encontró con varios artistas comunistas de la época, como Revueltas. También
militó en el PC cubano que se encontraba bajo persecución por la policía de
Batista. Debió vivir exilado en París hasta el triunfo de la Revolución); León
Felipe (español, 1884-1968. Fue combatiente republicano contra la dictadura de
Francisco Franco y, antes del final de la guerra, se vio exilado a México a
donde llegó, según sus propias palabras "(...) montado en la cola de la
Revolución(...)". Tuvo contacto no sólo con los generales revolucionarios,
sino que vivió las transiciones políticas y las persecuciones que se dieron en
el país. Es, desafortunadamente, considerado un poeta menor a pesar de que su
obra es hermosa y abundante) y, el único de ellos al que no conoció
personalmente al Che, César Vallejo (peruano, 1892-1938. Después de truncar sus
estudios y realizar varias labores como empleado, Vallejo se vio tocado por las
condiciones de explotación de los obreros en su país, un mal que se compartía
en toda Latinoamérica. Finalmente, incitado por su pareja, terminó la carrera e
hizo un doctorado. Hizo labores de periodista durante muchos años en Europa y
vivió el inicio de la Segunda República en 1931, en España, y participó en comités
y congresos contra el franquismo y el fascismo).
De
los cuatro poetas, coincidencia y rareza de la vida, los tres que conocieron
personalmente al Comandante Guevara, lo sobrevivieron.
El
Che Guevara no era un comunista, no sólo era un guerrillero, no sólo era un
médico o un revolucionario o un combatiente o un idealista. Era un hombre comprometido
consigo mismo y sus creencias, con sus iguales y sus pasiones. Una de esas
pasiones era el estudio y otra, la poesía. Él escribió varios versos pero,
cuando trataron de publicárselos en Cuba, amenazó con el paredón al presunto
editor (en broma, se entiende).
La
fotos citadas en este artículo han sido tomadas de diversas fuentes en
internet; en la central de la cabecera se ve al Che, probablemente posando para
la cámara, durante una guardia de la guerrilla boliviana, subido en un árbol. Muchas de las personas que
estuvieron cercanas a él afirman que pasaba el tiempo libre (que no debía ser
mucho) leyendo.
Estos
poetas pueden leerse en sus ediciones originales o en la obra publicada en
México por Booket bajo el nombre que da el título de este artículo.[6]
A mí, personalmente, me gustan más León Felipe y Nicolás Guillén, pero Los heraldos negros es mi poema favorito (aunque no todo Vallejo me guste). Neruda no figura entre mis poetas preferidos (mi dilecto es Baudelaire), pero tiene cosas que me gustan. Habrá que releerlos completos para darnos otra oportunidad.
[1] Legua es la distancia que se
puede recorrer en una hora de viaje a pie o a caballo.
[2] Guevara-Serna E, El diario del
Che en Bolivia, Siglo XXI editores, México, decimoquinta edición, México, 1978,
p. 238.
[3] Textual. Parece que se trata
de una mala traducción de la palabra inglesa diversion, que significa el acto de cambiar la dirección o el uso de
algo o, en términos militares, algo que desvía la atención de lo que está
pasando. En este sentido el vocablo castellano correspondiente seria
distracción.
[4] Guevara-Serna E, Op. Cit., p. 238.
[5] Colección de piezas escogidas
de una de las bellas artes. Algo disgno de ser destacado, extraordinario. Según
el DRAE, consultado el 14NOV14 en http://lema.rae.es/drae/?val=antolog%C3%ADa
[6] Neruda P, Felipe L, Guillén N,
Vallejo C, antología de Ernesto Guevara, El
cuaderno verde del Che, Editorial Planeta Mexicana, México, 2014, rústica,
183 pp.
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