viernes, 14 de noviembre de 2014

El cuaderno verde del Che




La última anotación, correspondiente al día 7 de octubre de 1967 que el Comandante Doctor Ernesto Guevara hizo en su diario de Bolivia, describe como bucólico el decimoprimero mes de vida de la guerrilla boliviana,  anota el apresamiento de una mujer pastora para interrogarla y obtener información sobre las posiciones del ejército, establece la posición de la columna a una legua[1] de La Higuera y menciona el pago de cincuenta pesos a un campesino y su familia para que no delaten su posición "... con pocas esperanzas de que cumpla a pesar de sus promesas";[2] esa anotación fue la siguiente:


           El Ejército dio una rara información sobre la presencia de 250 hombres en Serrano para impedir el paso de los cercados en número de 37 dando la zona de nuestro refugio entre el río Acero y el Oro. La noticia parece diversionista (sic).[3] H – 2 000 ms.[4]    

A las 1430 horas del día siguiente el Che sería apresado, junto a Simón Cuba, por los soldados Encinas y Choque y el cabo Balboa, rangers del ejército boliviano, bajo el comando del capitán Gary Prado. Aproximadamente a las 1310 horas del miércoles 9 de octubre de 1967, el suboficial Mario Terán dispararía dos ráfagas de metralleta contra un herido y desarmado Ernesto Guevara, matando al hombre y dando continuación al mito que se venía forjando desde la infancia del guerrillero, reforzado en la Sierra Maestra y consolidado en la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Antes del asesinato del Che, los oficiales de los rangers habían dado parte a sus superiores en La Paz y éstos a sus superiores de la CIA, quienes enviaron a los agentes Gustavo Villoldo y Félix Rodríguez a revisar las pertenencias del Che. Entre éstas había mapas que el mismo Che corregía con lápices de colores, pertrechos, brújula... cosas que carecían de importancia para los servicios de contraguerrilla. Entre los objetos que sí tenían ese valor se contaba con el diario (que pasaría una gran serie de peripecias hasta llegar a manos de Aleida March, viuda del Che), el libro de claves con que él cifraba y decodificaba los mensajes que mantenia con las redes urbanas en Bolivia y con Cuba, y un cuaderno de pastas verdes, con letras árabes, que contenía una serie de poemas sin título y sin autor reconocible (excepto uno, marcado como L. Felipe). Era una antología poética del Che.[5]

Muchos años después se supo que esos poemas pertenecían a poetas que, de un modo u otro habían estado en relación directa con las luchas sociales de sus respectivos países. Tres de ellos se reunieron personalmente con Ernesto Guevara; esos poetas fueron Pablo Neruda (chileno, 1904-1973. No sólo fue un poeta, sino un combatiente republicano en la Guerra Civil española, a la que se agregó sin miramientos; no sólo participó contra las tiranías en España, sino en su mismo país, donde fue fundador del Partido Comunista de Chile. Fue senador de su país y vio la llegada al poder de Gabriel González Videla quien, apoyado o incitado por la presión estadounidense, promulgó ilegal al PC chileno; Neruda fue el más ácido detractor del régimen, acaso porque su voz era la que se escuchaba más fuerte desde el Senado del país o desde diarios internacionales donde colaboraba); Nicolás Guillén, (cubano, 1902-1989. Poeta y abogado trunco, conoció la vida de la isla bajo el mandato de Fulgencio Batista Zaldívar, a quien derrocara la Revolución encabezada por Fidel Castro. En México, Guillén se encontró con varios artistas comunistas de la época, como Revueltas. También militó en el PC cubano que se encontraba bajo persecución por la policía de Batista. Debió vivir exilado en París hasta el triunfo de la Revolución); León Felipe (español, 1884-1968. Fue combatiente republicano contra la dictadura de Francisco Franco y, antes del final de la guerra, se vio exilado a México a donde llegó, según sus propias palabras "(...) montado en la cola de la Revolución(...)". Tuvo contacto no sólo con los generales revolucionarios, sino que vivió las transiciones políticas y las persecuciones que se dieron en el país. Es, desafortunadamente, considerado un poeta menor a pesar de que su obra es hermosa y abundante) y, el único de ellos al que no conoció personalmente al Che, César Vallejo (peruano, 1892-1938. Después de truncar sus estudios y realizar varias labores como empleado, Vallejo se vio tocado por las condiciones de explotación de los obreros en su país, un mal que se compartía en toda Latinoamérica. Finalmente, incitado por su pareja, terminó la carrera e hizo un doctorado. Hizo labores de periodista durante muchos años en Europa y vivió el inicio de la Segunda República en 1931, en España, y participó en comités y congresos contra el franquismo y el fascismo).
De los cuatro poetas, coincidencia y rareza de la vida, los tres que conocieron personalmente al Comandante Guevara, lo sobrevivieron.

El Che Guevara no era un comunista, no sólo era un guerrillero, no sólo era un médico o un revolucionario o un combatiente o un idealista. Era un hombre comprometido consigo mismo y sus creencias, con sus iguales y sus pasiones. Una de esas pasiones era el estudio y otra, la poesía. Él escribió varios versos pero, cuando trataron de publicárselos en Cuba, amenazó con el paredón al presunto editor (en broma, se entiende).

La fotos citadas en este artículo han sido tomadas de diversas fuentes en internet; en la central de la cabecera se ve al Che, probablemente posando para la cámara, durante una guardia de la guerrilla boliviana, subido en un árbol. Muchas de las personas que estuvieron cercanas a él afirman que pasaba el tiempo libre (que no debía ser mucho) leyendo.

Estos poetas pueden leerse en sus ediciones originales o en la obra publicada en México por Booket bajo el nombre que da el título de este artículo.[6]
A mí, personalmente, me gustan más León Felipe y Nicolás Guillén, pero Los heraldos negros es mi poema favorito (aunque no todo Vallejo me guste). Neruda no figura entre mis poetas preferidos (mi dilecto es Baudelaire), pero tiene cosas que me gustan. Habrá que releerlos completos para darnos otra oportunidad.







[1] Legua es la distancia que se puede recorrer en una hora de viaje a pie o a caballo.

[2] Guevara-Serna E, El diario del Che en Bolivia, Siglo XXI editores, México, decimoquinta edición, México, 1978, p. 238.

[3] Textual. Parece que se trata de una mala traducción de la palabra inglesa diversion, que significa el acto de cambiar la dirección o el uso de algo o, en términos militares, algo que desvía la atención de lo que está pasando. En este sentido el vocablo castellano correspondiente seria distracción.

[4] Guevara-Serna E, Op. Cit., p. 238.

[5] Colección de piezas escogidas de una de las bellas artes. Algo disgno de ser destacado, extraordinario. Según el DRAE, consultado el 14NOV14 en http://lema.rae.es/drae/?val=antolog%C3%ADa


[6] Neruda P, Felipe L, Guillén N, Vallejo C, antología de Ernesto Guevara, El cuaderno verde del Che, Editorial Planeta Mexicana, México, 2014, rústica, 183 pp.

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