Élmer
Mendoza
Edgar
Mendieta, conocido en Culiacán, Sinaloa, como El zurdo, se pregunta ¿cómo se mata en otras ciudades del mundo? Él
sabe de la violencia: la ve a diario, la vive, la ha sufrido y, es cierto –hay
que decirlo porque una verdad a medias es una mentira–, la ha ejercido él mismo
o a través de otros. Es policía. Un policía-detective de una de las ciudades
más violentas de México, acaso del mundo, policía de una de las policías más
corruptas del mundo en un país donde estado
de derecho es una frase de campaña, no una realidad.
¿Qué
es, entonces, lo que hace diferente a Mendieta de los policías que uno puede
leer en la nota roja de cualquier periódico del mundo –además claro, de ser un
personaje de ficción?
Cuando
niño, Mendieta sufrió un evento que lo marcó para toda la vida. Cuando adulto,
Mendieta ha pasado cosas que lo marcarán para toda la eternidad, suponiendo que
ésta exista.
A
lo largo de sus apariciones en la serie de libros[1],
se van haciendo evidentes los motivos y circunstancias que hacen de Mendieta
quien es: un personaje extraño, atípico en un país corrupto, impoluto en cierta
medida y vulgar en otra igual, con un extraño gusto en literatura y un
repertorio musical rockero muy amplio, lejano a los narcocorridos que se
escuchan en el norte de México (como alabanzas a sus borrachines, a sus
prostitutas, a sus negocios turbios, a la siempre constante muerte,
generalmente violenta); con una memoria olfativa aguda, especialmente acusada
para los perfumes, Mendieta se apoya en esta capacidad para ayudarse a resolver
crímenes, sin llegar al grado de ser un Jean-Baptiste Grenouille con placa.
Los
personajes que lo rodean son tan apasionantes como él mismo: Gris, su compañera
de investigación, con sus propios conflictos amorosos; Parra, su psiquiatra,
borrachín y con un consultorio decadente; Briseño, su jefe en la policía,
corrupto y supeditado a los caprichos del poder, con un alma de chef que se
evidencia por sus apasionadas descripciones de platillos de mariscos; Samantha
Valdez, su antagonista, hija de un narco y quien tiene una especial aversión
por el zurdo, a quien denigra cada
vez que puede y a quien, sin embargo, respeta.
El
estilo narrativo de Élmer Mendoza es increíble, con el uso de escasos cuando no
nulos guiones en los diálogos, separando las alocuciones de los personajes por
comas o puntos en un mismo párrafo. También es de destacar la manera fluida en
que Mendoza usa los regionalismos de su patria chica: placa, plebe, felón, bichi,
buki y otros más[2].
Aún cuando muchos de ellos no son de uso común fuera de Sinaloa, son fácilmente
entendibles en el contexto de la narración.
Balas
de plata es la historia de crímenes ejecutados esa rareza armamentista. Aunque
suene a cliché, en el México armado todo es posible: acaso recuerde el lector
esas fotografías de las armas de los narcos, rifles AK47 bañados en oro, pistolas
Beretta recubiertas de diamantes, cachas de plata y maderas exóticas, nombres
grabados en las armas, apodos ostentosos en los cañones de las ametralladoras.
Mendieta debe enfrentar no sólo lo complicado de buscar a uno o más asesinos en
un país donde involucrarse en un crimen es un crimen en sí, aùn como espectador, sino también las
trabas que le ponen sus jefes presionados por el poder o el dinero, los
encontronazos con los narcos y los políticos o sus amigos, la desconfianza
adquirida del pueblo contra la policía.
La
narración no es la de la novela negra clásica, al estilo Hammett o Chandler,
sino una nueva, donde el ambiente es menos importante que los diálogos.
Mendieta
es un personaje interesante que le ha valido a su autor el reconocimiento
internacional, no sólo por retratar la narcocultura sin hacer apología de ella,
sino por hacerlo de una manera precisa, sin cortapisas. Vale la pena leer a
Élmer Mendoza y su Zurdo Mendieta.
Edgar
Mendieta, aka Lefty, from Culiacán,
Sinaloa, wonders: how do people kill in other cities? He knows violence: sees
it every day, lives it, he has suffer it and, it is true –must be said because
half truth is a lie, he himself has used it by his hand or through others'. He is
a cop. A detective in one of Mexico's most violent cities, maybe world's most
violent cities, a cop in one of world's most corrupt police forces, in a
country where Rule of law is a
campaign phrase instead a reality.
What is, then,
that makes Mendieta different from any cop you can read in the blood chronicles
from news papers around the world –besides, of course, to being a fictional
character?
When a child,
Mendieta suffered an event that permanently marked him. While a grownup,
Mendieta goes through events that will mark him for all eternity, assuming such
thing exists.
Along his
appearance in this series of books[3], one
can find the motifs and circumstances that make Mendieta who he is: a strange
character, atypical in a corrupt country, unpolluted in a way and vulgar in the
same measure, whit a eclectic taste for literature and a wide rock-n'-roll-based musical taste, far away from narcocorridos
listened in Northern Mexico (praises to drunks, prostitutes, shady business, to
the always present death, usually violent); provided with an acute olfactory
memory, especially sharp for perfumes, Mendieta uses it for solving crimes
without being a Jean-Baptiste Grenouille with a badge.
Characters surrounding
him are so charming as himself: Gris, his investigative partner, with her own
love conflicts; Parra, his shrink, drunk, exercising in a decadent office;
Briseño, police Chief, corrupt and subject to the whims of power, hiding a
Chef's soul evident when he describes shellfish plates; Samantha Valdez,
Mendieta's antagonist, daughter of a druggie, whom feels an acute aversion
against Lefty, to whom denigrates
whenever she can and whom, however, she respect.
Élmer
Mendoza's narrative style is amazing, using none "<<>>"
for dialogues, separating allocutions by means of commas and periods in a same
paragraph. It is also remarkable the use of regionalisms: placa (badge, for a cop), plebe
(child), felón (cool), bichi (naked), buki (kiddo), and other more[4], many of those rarely used
outside Sinaloa, but easily understood in the context of narration.
Silver bullets
is the description of crimes perpetrated using that weaponry rarity. Even when
it seems a cliché, in armed Mexico everything is possible: the reader may
recall those images of AK47's rifles covered by gold, Beretta handguns covered by
diamonds, hunks made with silver and noble woods, names engraved in weapons,
flashy nicknames in the machineguns barrels. Mendieta faces not only the hard
search of one or more assassins in a place where getting involved in a crime is
a crime by itself, even when bystander, but also the shackles from his bosses –curtailed
by power or money, the confrontations with drug dealers and their political
friends, the acquired distrust of the people against the police.
Narration is
not alike classic Hammett's or Chandler's black novel, new instead, one in
where scenarios are less important than dialogues.
Mendieta is an
interesting character than has given his author international recognition, not
just for picturing drug-culture without making apology of it, but by doing
that in a precise way, without hindrance. It is worth reading Élmer Mendoza and
his Lefty Mendieta.
[1] La palabra saga, tan de moda en la literatura actualmente, especialmente en la
literatura juvenil, desde la aparición de Crepúsculo y los libros que le
siguieron, me repugna tanto como éstos. Porque, según el DRAE, la saga es el
relato novelesco que abarca las vicisitudes de dos o más generaciones de una
familia, entre otras definiciones, no la serie de aventuras de un personaje o
un grupo de éstos relacionados entre sí. Si alguien versado en literatura puede
aclararme si tengo o no razón, se lo he agradecer. Cualquier comentario es
bienvenido.
[2] Que, por cierto, desde 2011 se están
integrando al Diccionario Mexicano de Regionalismos, bajo propuesta de la
Academia de la Lengua, según la nota: Ingresarán
200 sinaloísmos al diccionario, de Nelly Sánchez, publicada en Noroeste.com,
el portal de Sinaloa. Consultado el 18 de mayo de 2015 en http://noroeste.com.mx/publicaciones.php?id=727158
(3) The word saga, in Spanish, so fancy in youngsters literature nowadays
since appearance of Twilight and the novels followed it, disgusts me as much as
the books themselves. For, as the Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, saga is the novelette relation covering the vicissitudes of two or
more generations of a family, among other definitions, not the series of
adventures of one or a group of characters related between them. If someone
versed in literature may clarify if I'm or not right, I thank you. Any comment
will be welcome.
[4] Words that, by the way, since 2011, are integrated to the
Diccionario Mexicano de Reginalismos, as proposed of the Academia de la Lengua,
as states the note: Ingresarán 200
sinaloísmos al diccionario, by Nelly Sánchez, published at Noroeste.com, el
portal de Sinaloa. Consulted on May 18th 2015 at http://noroeste.com.mx/publicaciones.php?id=727158
Imagen: https://www.google.com.mx/search?hl=es-419&site=imghp&tbm=isch&source=hp&biw=1280&bih=613&q=balas+de+plata&oq