domingo, 15 de noviembre de 2020

Breve historia del zapatismo

 

Felipe Ávila  con la colaboración de Pedro Salmerón

Editorial Crítica, 2018

 

Tengo que empezar este artículo diciendo que poco sabía yo de zapatismo en general. Me había dedicado al estudio de las Revoluciones de México, irregularmente, claro, desde hace unos quince o veinte años, especialmente al villismo desde la publicación del libro de Katz, pero no había iniciado el estudio de la figura de Emiiano Zapata ni del movimiento del Ejército Libertador del Sur hasta que compré el libro de Octavio Paz Solórzano, que revisé en este blog hace una semana. Así que cuando vi la oportunidad de comprar el libro de Felipe Ávila (historiador con doctorado por parte del Colegio de México, profesor de la UNAM y miembro del INEHRM así como del Sistema Nacional de Investigadores), no dudé en empezar a estudiar al zapatismo. Aquí están los resultados preliminares.

Emiliano Zapata

Emiliano Zapata Salazar fue electo calpuleque de Morelos el 12 de noviembre de 1909. Para esas fechas ya era conocido en todo el territorio nacional el Plan de San Luis promulgado por Madero y que, en su artículo 3° promete la restitución de las tierras de cultivo y pastoreo a sus dueños originales, lo que animó a los morelenses a adherirse a dicho Plan y levantarse en armas contra Porfirio Díaz. Los primigenios zapatistas fueron Emiliano, Pablo Torres Burgos, Otilio Montaño, Gabriel Tepepa, Genovevo de la O, Francisco Franco, Rafael Merino, Amador Salazar, Lorenzo Vázquez, Catarino Perdomo, Próculo Capistrán y Emigdio Marmolejo, de entre los cuales, en su mayoría campesinos o trabajadores de las haciendas -incluso pequeños propietarios de tierras y caballada-, destacaban Torres y Montaño, quienes eran maestros rurales. Con este Ejército Libertador del Sur recién formado y la suma de campesinos que se adhirieron al movimiento viendo en él la posibilidad de librarse del yugo de los hacendados, las primeras batallas de los zapatistas terminaron en desmanes y saqueos, lo que hace que Torres Burgos se sienta decepcionado del comportamiento de los alzados y se escinda del movimiento muy pronto, sólo para ser capturado por los federales y fusilado muy poco después. 

 

Pablo Torres Burgos

Aunque, como dije arriba Zapata fue electo como calpuleque, su liderazgo como revolucionario fue ganado y confirmado por las acciones de guerra, una a una, durante meses, sin llegar a ser completa nunca, como se verá más adelante. Al movimiento zapatista se sumaron Gildardo y Octavio Magaña, Felipe Neri, Fortino Ayaquica, José Trinidad Ruiz y Juan Andrew Almazán además de muchos jefes menores que iban surgiendo en las comunidades. El alzamiento crecía en importancia afectando a los hacendados que se quejaron ante Díaz quien, en respuesta, envió a Aureliano Blanquet a combatir el levantamiento por medio del cohecho de los jefes zapatistas, pero fracasó. ¿Por qué no usó Díaz a una fuerza regular para sofocar a los alzados? Porque en el norte el movimiento revolucionario estaba consumiendo la mayoría de los recursos militares del régimen, por tanto, los zapatistas tomaron el sur fácilmente. Pero siempre encontraron oposición, especialmente en el clan de los Figueroa quienes, siendo guerrerenses, gobernaban en Morelos y su propio Estado; ellos, apoyados por Díaz, asesinaron a Gabriel Tepepa. 

Gabriel Tepepa

El 21 de mayo de 1911 se firmaron los tratados de Ciudad Juárez que sellaron la caída del régimen de Díaz, el mismo día que Zapata tomó Cuautla, la ciudad más importante del Estado en ese momento. Pero la caída de Díaz no trajo la paz a la región zapatista porque comenzó entre el ELS y el maderismo una escisión ideológica que los llevaría a una ruptura definitiva poco después; estas diferencias se basaban en que el maderismo no cumplió con el reparto de tierras prometido, la reforma agraria y en que los zapatistas exigieron a Madero cotos de poder dentro de sus territorios para dar seguridad local (a lo que Madero se negó) y también exigieron tener representación dentro del Gobierno Federal encabezado por Madero, pero él no quiso otorgar esos puestos tal vez porque veía en el ELS un grupo de alzados "bárbaros", como los llamó la misma prensa maderista. El presidente Madero exigió el desarme de las tropas del ELS para comenzar el reparto agrario, a lo que los zapatistas se negaron rotundamente, por lo que Madero envió a Victoriano Huerta a combatir a los rebeldes (grave error, ya se ha dicho muchas veces, el dejar parte del ejército porfiriano en activo, lo que llevaría a Madero a su propia muerte); Madero no tenía poder real ni sobre el ELS, ni sobre el interino León de la Barra, menos sobre los militares exporfiristas como Huerta o Blanquet. 

 


La prensa de la capital atacaba fuertemente al zapatismo, inculcando el miedo en la población, llamando a Emiliano El Atila del Sur y a sus fuerzas una horda de calzonudos asesinos y ladrones hasta que el  anarquista Diario del Hogar, magonista, dirigido por Juan Sarabia y a través de Antonio Díaz Soto y Gama comenzaron la defensa escrita del zapatismo. Lo mismo hizo Juan Sánchez Azcona desde el maderista periódico Nueva Era. El problema no sólo radicaba en la propaganda negativa sobre el zapatismo, sino en que Madero incumplió muchas veces sus promesas y su palabra empeñada directamente a Zapata, por lo que los zapatistas jamás se licenciaron completamente (sus fusiles eran su único garante de que su lucha daría frutos) aunque hubo algunos que sí entregaron las armas. Madero, para controlar el Estado, puso como gobernador, con el respaldo de las comunidades, a Eduardo Hay y como jefe de seguridad a su hermano Emilio Madero, mientras, la columna de Huerta seguía avanzando dentro del Estado y llegó hasta Yautepec con lo que se rompieron las negociaciones de paz entre el ELS y el maderismo. Así, mientras el Presidente hacía esfuerzos por acercarse a Zapata, León de la Barra, Huerta, Blanquet, Bernardo Reyes y todos los exporfiristas hacían lo posible por meter cuña entre Emiliano y Francisco Ignacio. ¿Era Madero un pan de dios como muchos piensan, un tipo que creía en su destino, o simplemente era un torpe que no supo cómo manejar al país que se había echado a cuestas sin un programa político real después de haber desencadenado una Revolución de proporciones que él mismo seguramente no alcanzó a prever? Los zapatistas, en su manifiesto del 27 de agosto del 11, refrendan su fe en el Presidente pero con las columnas federales avanzando en sus territorios, lo que a vista de los zapatistas es una nueva traición de Madero que dejan manifestada en el Plan de Ayala, su mayor declaración idielógica, escrita por Montaño el 28 de noviembre del 11 en Ayoxustla (Huehuetán, Puebla) y refrendada por todos los jefes zapatistas después de haber sido leído en público y corregido según observaciones específicas. Los ataques a los zapatistas seguían llegando por todos lados: Ambrosio Figueroa fue nombrado gobernador, Antonio Casso López jefe militar y Madero seguía sin poder real en la región, por lo que, e un intento por legitimarse ante la opinión pública, ordena un ataque total contra el zapatismo. En Ciudad de México, el Diario del Hogar hizo público el Plan de Ayala que, medularmente, declaraba al movimiento zapatista como seguidor de la Reforma juarista, magonista y liberal y vazquista, adhiriéndose al plan de Tacubaya. El Plan de Ayala era hijo y complemento del Plan de San Luis Potosí de Madero, por tanto, desconoce al mismo Madero por incumplimiento de los principios redactados por él mismo al no realizar la reforma agraria expedita, lo que el Plan de Ayala exigía para todo el país no sólo en materia agraria, sino también política. 

 

Así llegó el convulso año 1912. Mal año para el zapatismo: Madero decreta pena de muerte para todo aquel que preste ayuda al ELS, suspende las garantías individuales en Morelos y nombra a Juvencio Robles jefe militar. Esta bestia (no se le puede llamar de otro modo) se dedicó alegremente a colgar ciudadanos por sospecha de ser zapatistas, a fusilar a varones que él llamaba guerrilleros, a quemar poblados enteros en los que él suponía se abastecían los alzados y a cometer una política de tierra quemada, arrase de poblados y terror entre la población civil que se veía no sólo amenazada constantemente con la muerte, sino ahora despojada de sus escasos modos de subsistencia y entre las exigencias de los alzados y los federales quienes, por si lo anterior fuera poco, comenzaron a deportar a los hombres y mujeres morelenses hacia Yucatán, claro, a las fincas henequeneras de los amigos del expresidente Díaz. La población comenzó a huir a refugiarse en los bosques y las cuevas (que en Morelos hay muchas). Nada de esto se supo en la prensa capitalina por la censura militar, pero cuando se hizo público, Robles fue cesado del cargo sin que se le formara juicio, y sustituido por Felipe Ángeles. Las lluvias torrenciales de ese año ayudaron a frenar el avance de Robles y la resistencia zapatista quien, por otro lado, llegó a dinamitar trenes que llevaban tanto civiles como militares, en un acto que fue tachado de terrorista. Por si esto fuera poco, un hijo del exgobernador Figueroa quiere ser gobernador del Estado lo que desata la lengua a Díaz Soto y Gama que defiende al zapatismo desde su periódico. En ese año se alzó Pascual Orozco contra Madero porque él quería ser nombrado Secretario de Guerra y Marina, lo que no le fue concedido por Madero, en la llamada revuelta de los colorados, lo que desvió recursos del ejército desde la zona controlada por Emiliano para combatir a los norteños. Madero está cada vez más debilitado política y militarmente.

 


Juvencio Robles

En 1913 viene el golpe de estado de Huerta y la muerte de Madero. El zapatismo desconoce al régimen y comienza una nueva radicalización militar. Huerta es vencido en el 14 y, con Carranza en la Presidencia, quien desconoce las demandas agrarias del zapatismo, los sureños comienzan a radicalizarse ideológicamente con la incorporación a sus filas de los llamados liberales radicales, socialistas utópicos, anarquistas, anarcosindicalistas e intelectuales "letrados" como Gustavo Baz y Alfonso Quiroz Cuarón. Ahora buscaban, por medio de la palabra, legitimar todas sus acciones, incluso las voladuras de trenes. Todo documento emitido por el Cuartel General debía ser leído públicamente y, de haber correcciones, se harían en el acto, después de lo cual sería publicado. En cuanto Carranza asumió el poder y dejó de lado a Zapata y Villa, nombrándose a sí mismo Primer Jefe de la Revolución, villistas y zapatistas comienzan campañas militares que los acercarán ala capital del país. El 10 de octubre del 14 se realizó en Aguascalientes la Soberana Convención Revolucionaria, pero sin la presencia del ELS, por lo que Felipe Ángeles fue comisionado para ir a invitar a Zapata. La delegación zapatista sólo aceptó acudir a la Convención si ésta hacía suyo el Plan de Ayala, lo cual los convencionistas aceptaron, pero solo parcialmente. Zapata y Villa se acercaron a la capital pero ninguno quiso entra a Ciudad de México sin la presencia del otro, por lo que primero se reunieron en Xochimilco y firmaron los llamados Tratados de Xochimilco. Finalmente, los ejércitos populares, la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur entraron a la Ciudad de México el 6 de diciembre de 1914: más de 50 mil hombres armados, encabezados por Zapata y Villa, por la calle de Plateros. La foto de la descubierta de la columna es impresionante: en ella, detrás de dos cornetas zapatistas, Emiliano y Pancho, al centro, a la derecha del observador Fierro en un caballo blanco, a su izquierda, de la O con un vendaje en la cabeza, a la derecha de Zapata, Montaño y a la extrema derecha de Zapata, Rafael Buelna quien, no sé si indiferente o abrumado por el momento, mira un reloj de pedestal que marca las 12:10 horas. Impresionante, realmente. El plan de Zapata y Villa era establecer un gobierno civil honesto que sustitutera al convencionista traidor Eulalio Gutiérrez quien huyó de la capital para unirse a las tropas carrancistas. La gente de la Ciudad de México, primero atemorizada por la mala fama que la prensa había creado sobre el zapatismo, se vio sorprendida por la disciplina del ELS (encargado de la seguridad pública durante su estancia en la capital) que, en lugar de saquear, casi mendigaban por "un taco" en las calles, con una humildad que sólo quien la ha visto poede conocer y que es imposible narrar. Ciudad de México fue desalojada por las tropas villistas -que van a luchar al Bajío- y las zapatistas -que van a cortar la huida de Carranza por Puebla-. Los zapatistas no recibirán el apoyo militar que Villa les había prometido para esta campaña. Roque González Garza es electo Presidente Provisional y trató de imponer orden en la ciudad desde el 15 de enero del 15. Solicitó a Villa 3000 hombres para asegurar la tranquilidad de la capital, pero Pancho requería esas tropas para las batallas contra Obregón, dejando a su suerte a González Garza.

 

La descubierta de la columna de los ejércitos convencionistas entra a Ciudad de México por la calle de Plateros. Al centro, Zapata y Villa.

Como quedó dicho, Villa y Zapata se separaron con firme idea y promesa de apoyarse mutuamente, cosa que ninguno pudo cumplir por tener que enfrentar sus propias batallas. Pero la peor parte la llevaron los zapatistas que debían cortar el abastecimiento a Obregón desde Veracruz al mismo tiempo que defender cuatro frentes de batalla dentro del propio estado de Morelos. Estaban carentes de parque, que Villa debía hacerles llegar, pero aún así lograron contener a los constitucionalistas durante un mes, tiempo después del cual debieron replegarse. Villa fue derrotado en las batallas del Bajío por Obregón y, ahora sí, los constitucionalistas tenían el poder de la Nación. Es de aclararse que las separaciones entre norteños y sureños no eran únicamente geográficas, sino también ideológicas: mientras los norteños preponderaban las acciones militares, los sureños daban más peso a las acciones sociales (como la reforma agraria); los norteños aplicaron una economía de guerra práctica en la que pusieron a producir algunas haciendas y minas para poder financiar sus campañas mientras que los sureños querían el reparto de tierra a los campesinos más jodidos para poder solventar las necesidades básicas de las familias; los norteños acusaban a los sureños de perder el tiempo haciendo leyes que no podrían aplicarse en la práctica por la sencilla razón de que no tenían el poder (que estaba en manos de Carranza) mientras los sureños acusaban a los norteños de no dar sustento social y legal a la Revolución sino de querer hacer sólo la guerra, por lo que propusieron la destitución de Roque González Garza porque solo era una figura que estaba supeditada a los designios de la Soberana Convención, con el argumento de que todo individuo que llega a la Presidencia se va haciendo "conservador". La ruptura ideológica entre los militaristas norteños y los anarquistas sureños aunada a las derrotas militares que los constitucionalistas les habían hecho a ambos bandos llevaron al resquebrajamiento de los ejércitos convencionistas. El resultado fue que Roque dimitió del cargo y, con la División del Norte desecha y el Ejército Libertador del Sur diezmado, cada uno de los ejércitos convencionistas tomaría su rumbo y haría la revolución a su manera.

Ante las desaveniencias antes mencionadas, la Convención Nacional Revolucionaria promulgó en 1914 (sí, esta narración va y viene en el tiempo), el  3 de marzo, un Programa de Gobierno que constaba de XXV artículos que Felipe Ávila y Pedro Salmerón describen a detalle en el libro aquí analizado. Era, hay que decirlo, un impresionante plan centrado en la reforma agraria sin tanta traba legal, la modernización del sistema y los contenidos educativos, la protección legal de mujeres abusadas y de los hijos que surgieran de tales abusos así como leyes de divorcio (sin embargo no otorgaron el voto a la mujer, algo que Abraham González ya proponía desde 1906 y que era ya práctica en Yucatán), leyes antimonopolio, supresión de la vicepresidencia, leyes pro-mineras y pro-obreras y el voto directo de la población para la elección de autoridades locales, estatales y federales en un modelo de República Parlamentaria. La capital de la República le estorbaba tanto a norteños como sureños para poder llevar a cabo la aplicación de este Plan porque unos no podían ocuparla (los zapatistas) y los otros, a pesar de estar lejos, veían en ella un foco de posibles corruptelas y acertaban, ambos, al decir que quien allí reside acaba por querer enriquecerse y aburguesarse. Los zapatistas eran pro-obreros y los norteños decían que "el sindicalismo pretende la destrucción de la sociedad actual en provecho de la clase obrera" (hay que entender que en norte no había tanta industria como en el centro-sur en esos momentos), a lo que los zapatistas respondían que el socialismo no estaba en contra del capital, sino de la explotación. Como se ve, las diferencias ideológicas eran prácticamente irreconciliables. Villa propuso como presidente a Felipe Ángeles mientras Zapata propuso a Calixto Contreras, pero ambos bandos encontraron pretextos para no aceptar al candidato del otro. Este Plan de Gobierno, sin embargo, encontró su peor enemigo en el constitucionalismo de los carranciastas porque era mucho más progresista que el Plan de Guadalupe que ellos defendían. Dos puntos eran esenciales en el Plan de Gobierno de los convencionistas: los derechos de la mujer y la reforma del ejército, pero los norteños pusieron trabas a ambos temas por machismo y porque, históricamente, la militarización había mantenido vivo al norte desde el siglo XIX. La ruptura definitiva de las relaciones villistas-zapatistas vino cuando Roque González Garza destituyó de Agricultura al zapatista Palafox a lo que los zapatistas respindieron destituyendo a Roque González y poniendo en su lugar a Lagos Cházaro (villista) quien reinstaló a Palafox en Agricultura... ¡pero qué enredos, carajo¡ No habría más Convenciones ni Planes. la Revolución continuaría únicamente por la vía armada.

 

Una columna del Ejército Libertador del Sur

Así, la Revolución en Morelos convirtió al estado en un territorio libre dentro de la Nación, con su propia organización política, militar y educativa, pero con el eterno problema de la repartición de tierras productivas. Los títulos virreinales que pretendían usar como base del reparto no sólo usaban referencias descontinuadas, como un arrollo que se había secado o desviado (por cierto, esto fue retratado en una película protagonizada por Jorge Negrete y Miroslava, llamada La posesión, que, no ambientada en Morelos sino en Jalisco, refleja el problema de los linderos [La posesión, Julio Bracho, México, 1950, Cinematográfica Grovas]), o porque se hacía referencia poblados que ya no existían o no contemplaban unos poblados nuevos: un relajo, pues. Pero entre 1914 y 1916 el zapatismo puso a producir algunas haciendas cañeras para poder obtener recursos para mantener la guerra, aunque algunos campesinos prefirieron sembrar cultivos de subsistencia, lo que el Cuartel General Zapatista respetó. Pero la utopía del territorio libre de Morelos fue la misma causa de la caída del zapatismo porque, a más de las diferencias ideológicas y las disputas entre jefes, el ELS no tiene dinero para abastecimientos indispensables para afrontar la campaña brutal que los constitucionalistas les echarán encima.

 

Fusilamiento a presuntos zapatistas

Las comunidades dentro de la zona de influencia del zapatismo se vieron afectadas por la economía de guerra, un aspecto terrible que suele no tenerse en cuenta al narrar las épicas batallas de las Revoluciones de México. La cosa fue así: al destruir las haciendas se destruyó el principal medio productivo, el reparto de tierras no siempre fue justo a los ojos de todos los involucrados, los zapatistas "cambiaban" protección por alimentos que las comunidades no siempre podían darles porque tanto los alzados como los federales les quitaban las pasturas y granos o ganado que ellos hubieran preferido destinar para su propia subsistencia; la violencia contra las mujeres fue muy marcada y hubo muchos casos de pedofilia y violaciones; el reparto de tierras desencadenó disputas no sólo entre individuos de una misma localidad, sino entre localidades colindantes que acabaron a balazos y machetazos; algunas comunidades que no veían con buenos ojos al zapatismo se declararon constitucionalistas -acaso por miedo a los federales- y muchas hacendados formaron guardias blancas a cambio de promesas de reparto de sus haciendas a sus comunidades. Una vez caída la Ciudad de México en manos de Carranza, Pablo González (un pésimo militar) fue designado para continuar la campaña en Morelos contra el ELS; lo que hizo González fue recrudecer los ataques a civiles al frente de sus 30 mil efectivos federales que fueron incapaces de vencer a 5000 zapatistas en activo. Para eso momento, todo el país está alzado contra Carranza: Villa en el norte, Zapata en el centro-sur, Manuel Peláez en la Huasteca y Félix Díaz en Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas. Los Estados Unidos que habían dado su espaldarazo a Carranza, ahora le daban la espalda por no apoyarlos en la Primera Guerra Mundial y establecieron un embargo de armas y munición a México. El zapatismo empezaba a morir.

 

En el seno del ELS hubo enfrentamientos entre jefes que terminaron con, por ejemplo, el fusilamiento de Otilio Montaño bajo acusaciones de traición que él siempre negó. Zapata, gran amigo de Montaño decidió irse de la ciudad unos días para no ver a su compadre ajusticiado. Los federales rodean Morelos por todos lados. No hay armas ni parque para los zapatistas. Zapata intenta conciliar con exzapatistas traidores pero fracasa. Emiliano denunció (acaso para debilitarlo) a Carranza de ser prokaiseriano cuando se supo el contenido del Telegrama Zimmermann en el que Alemania prometía a México la reintegración de los territorios perdidos en la guerra de 1846-47 y lo acusó de "haber superado a Porfirio Díaz en materia de corrupción". Con la muerte de su hermano Eufemio y arrastrando la culpa por la muerte de su compadre Montaño, Emiliano cada vez se fue debilitando más y más.

 

Eufemio Zapata

Otilio Montaño

Bajo órdenes de Pablo González, Jesús Guajardo asesinó a Emiliano Zapata en la hacienda de Chinameca el 1o0 de abril de 1919 a las 14:10 horas. Los jefes zapatistas restantes comenzaron una pugna por el mando del ELS de la cual el vencedor, aún con diferencias, resultó ser Gildardo Magaña.

 


El fin del carrancismo fue consecuencia de una acción zapatista, sin embargo. El ELS ordenó el secuestro del cónsul americano en Morelos (al que liberaron días después) lo que provocó que Estados Unidos amenazara a Carranza con una nueva invasión a México. A esto se sumó la Rebelión de Agua Prieta, el alzamiento encabezado por los sonorenses Obregón , Calles, de la Huerta, Benjamín Hill y compañeros . Carranza debió huir de la Ciudad de México hacia Veracruz, territorio gobernado por su yerno, Cándido Aguilar, pero fue muerto en Tlaxcalantongo, Puebla. Con el triunfo de los sonorenses al final de las Revoluciones de México, el mito de Emiliano Zapata tomó dos senderos: el primero, por el sector popular, que se negaba a aceptar la muerte del caudillo y se negó a dejar las armas y, por el otro, el oficialista, que hizo suya la figura de Zapata para justificar proyectos políticos sin contenido social y completamente divergentes a los principios del movimiento zapatista (a excepción del gobierno de Cárdenas).

 


Bien... este es una semblanza del libro. Extensa, claro, pero es reflejo de as notas que tomé al leerlo para tratar de explicarme un movimiento que, como dije al principio, yo desconocía completamente. Es un libro muy recomendable, de edición muy digna y a precio muy accesible. Se lo recomiendo. Como siempre digo, si le gustó la reseña, compártala, por favor. Gracias por leer.

 

Ricardo Marcos-Serna

Ciudad Juárez, Chihuahua

15 de noviembre de 2020, año del Covid 

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