Los carrancistas. La historia nunca contada del victorioso ejército del noreste.
Salmerón Sanginés, P. México, Planeta, 2009
Mucho se ha escrito sobre la personalidad de Venustiano Carranza, sobre su actitud soberbia e intransigente, su falta de contenido social y preferencia por las clases altas y sobre su menosprecio por los jefes revolucionarios populares. Pero poco se sabe sobre las cabezas visibles del movimiento constitucionalista que acompañaron a Carranza durante el alzamiento contra Huerta.
En este libro Salmerón nos presenta, por principio de cuentas, una semblanza de Venustiano y explica parte de los motivos que el autor interpreta como causantes del alzamiento carrancista. Pero además nos ofrece pequeñas biografías sobre los personajes que encabezaron esta revuelta. Así, se nos hace una semblanza sobre Lucio Blanco y se explica por qué Carranza lo envió desde Tamaulipas hasta Sonora y lo subordinó a Álvaro Obregón. También se nos presenta, a lo largo de varios capítulos, la figura de Pablo González, ese jefe que llegó a ser comandante de todo el ejército constitucionalista a pesar de sus mucho titubeos y fallos tácticos y estratégicos.
Pero se nos presenta, además, la cronología de las batallas
que la División del Noreste (el ejército Constitucionalista en su grueso) desde
su alzamiento en 1913 hasta su entrada en Ciudad de México después de la firma
de los Acuerdos de Teoloyucan, la rendición del ejército y marina federales, el 13 de agosto de 1914, pasando por las batallas de Torreón de la División del Norte y el enfrentamiento telegráfico entre Villa y Carranza, la toma de Saltillo y la Soberana Convención de Aguascalientes.
Es interesante resaltar que, como el autor deja bien claro durante la obra, las relaciones familiares de Venustiano con sus jefes fue muy estrecha y sorprendente; casi todo el ejército del noreste estaba comandado por primos, hermanos, tíos y sobrinos relacionados entre sí o entre ellos y Carranza.
Por otro lado, Salmerón deja claro que el alzamiento carrancista no tenía contenido social y que sus dos “obras sociales” más importantes, a saber, la repartición de tierras de la hacienda del Borrego y la llamada “primera ley del trabajo en México” no son, ni por asomo, verdaderas obras sociales. El Plan de Guadalupe no tuvo ninguna propuesta social. Aunado a esto es destacable que, aunque lejanos, Madero y Carranza tenían parentesco no sanguíneo, sino político, y que como hacendados que eran ambos, pretendían mantener su estatus a costa del modelo de producción capitalista sin dar mejoras a los peones, mineros o los obreros de las escasas fábricas de la región.
Como coda a la descripción de la conformación, los continuos avances y retrocesos, y la ideología del ejército del noreste, Salmerón termina su libro con una precisa lista de los cuerpos que conformaron ese ejército y los jefes que encabezaron cada cuerpo.
Es un libro que vale la pena leer para conocer más sobre el alzamiento antihuertista de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, conocer datos precisos sobre los jefes de este movimiento y sobre sus relaciones políticas y familiares.
Ágil en su lectura, ameno, preciso y profesional pero no académico, es un libro que recomiendo ampliamente.
Recuerde que saber es poder.
Ricardo Marcos-Serna
Ciudad Juárez, Chihuahua, 09 diciembre 2020
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