miércoles, 23 de diciembre de 2020

 Porfirio Díaz, su vida y su tiempo, la guerra 1830-1867

Carlos Tello Díaz

De bolsillo, Penguin/Random House, 2019

 


Es un libro difícil de comentar porque el personaje que aborda está rodeado de sombras. Tratando de ser justo con el libro (aclaro, con la obra) digo que es un buen libro: bien escrito, sin errores ortográficos, sin errores tipográficos, hasta ameno de leer, con buena presentación, y lenguaje claro (salvo en las citas textuales donde el lenguaje es, claro, decimonónico).

Yo llegué a este libro después de haber pasado por otros textos que tocan a Porfirio desde la oposición a su figura, por lo que es justo decir que estaba condicionado a buscar más las sombras que las luces del personaje. Dejaré claro, desde ahora, que su lectura no me convirtió en un porfirista, pero sí me dio elementos para comenzar a comprender a Díaz con visión crítica, sin fanatismos. Así, cuando se narran episodios de la vida premilitar de Díaz uno puede simplemente dejarse llevar por la narración sin mayor esfuerzo que un poco de ejercicio de memoria de lugares, de climas, de hechos leídos anteriormente. Es cierto, por un lado, que la imagen laudatoria de Porfirio que Tello nos ofrece está condicionada por su adhesión al personaje, que se le otorga una fuerza de carácter que va más allá de la simple descripción de un rasgo del carácter y llega a ser apologética por momentos, pero también es cierto, por otro lado, que se narran episodios oscuros de su vida que están bien detallados y, aunque se pretenda justificarlos, el valor está en mencionarlos.

Sin embargo es necesario comentar que , por ejemplo, la mayoría de los hechos de armas que se cuenta adolece de errores por parte del General: pareciera que nada le salió mal aun cuando haya perdido una batalla, cuando fuera hecho prisionero, cuando tomó una decisión opuesta a las órdenes que Juárez le daba. Todo es justificable desde el lado del biografiado o todo es condenable, según los deseos del escritor a condición de que no sea objetivo. Sin objetividad es como se llega al fanatismo.

Hay un par de episodios de la vida de Porfirio que quiero resaltar: el primero es el periodo inmediato a la toma de Puebla, donde, según el autor, la magnanimidad de Díaz le llevó a tomar una decisión que desafiaba las órdenes que como militar debía ejecutar sin miramientos, es decir, la ejecución de los oficiales promonárquicos que cayeron en sus manos después de rendida la plaza. Según Tello, Díaz: “(…) ponerlos en absoluta libertad le parecía un acto tan magnánimo y trascendental que temía que no mereciese la aprobación del gobierno (…)”. ¿Por qué, entonces, lo hizo? ¿Por qué no lo hizo en otros casos donde las sentencias de pena de muerte fueron llevadas a cabo a rajatabla? ¿Estaba preparándose adeptos para conseguir el poder presidencial años después? Yo no le puedo decir todavía, necesito más datos. El segundo hecho es su encono contra el General Mariano Escobedo. Es de todos conocido que a la muerte de Escobedo, Díaz se apropió (robó, se carranceó, se adjudicó, tomó prestado…) el archivo personal de Mariano y con ello tuvo elementos para minimizar la actuación del neoleonés en la caída de Querétaro al tiempo que magnificaba su propia participación. Pero esto va más allá que la mera diferencia entre dos generales ya que la interpretación del autor se decanta claramente por Díaz al decir: “(…) Yo quedaría plenamente satisfecho, [le dijo Escobedo algo servil], con sólo el que usted me hiciera el honor de considerarme digno de cooperar bajo sus órdenes a la salvación de la República (…)”. Así se encontrarán pasajes similares en toda la obra. Además, es justicia decir que puede ser que muchos pasajes estén escritos en este tenor y que el verdadero desconocimiento del personaje (o su conocimiento parcial) nos orillen a creer o descreer la narración.

Aquí, creo yo, lo importante, verdaderamente importante, no es mi opinión sobre Porfirio Díaz o el libro de Tello, sino el permitirme decirles que, independientemente de la opinión que usted tenga sobre el General Díaz, lo menos que debemos hacer como lectores es contar con la mayor cantidad de datos posibles antes de emitir un juicio basado en el juicio de otros. Sólo con los pelos de la burra en la mano podemos decir de qué color es. Y mientras más pelos se tengan, mejor.

Hay que darle una oportunidad al libro antes de condenarlo o ensalzarlo. Lo mismo sucede con los personajes: conocer más de ellos nos da más elementos para ponerlos en contexto sin que nuestras tendencias nos sesguen el camino.

Creo que ya lo había comentado: cuando daba clases de ética médica a los residentes del postgrado en Medicina Familiar les pedía, desde la primera clase que abordáramos los temas desde la razón, no desde la pasión. El análisis requiere dejar de lado, momentáneamente, las querencias y los odios; ésos se vuelcan en las conclusiones, no en el análisis.

Addendum: me interesa mucho saber cómo es que Tello justificará la guerra del Yaqui y las barbaridades de Cananea, Río Blanco, Valle Nacional y tantas otras que sucedieron durante el porfiriato… espero con paciencia tener la continuación de la biografía en la mano.

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