Grandeza y decadencia de los mayas
Thompson JES, FCE, México, 1954, 13ª reimpresión, 1984, traducción de Zavala LJ.
Thompson fue un arqueólogo inglés que se especializó en el estudio de la cultura maya. Su admiración por esta nación se trasluce a lo largo de toda la obra pero, a mi juicio, varias ocasiones cae en la admiración rayana en la adulación y lo hace en demérito de otras culturas tan importantes como la zapoteca o la mexica.
Su libro fue escrito en un momento en que la cultura maya, como objeto de estudio, ya no era una novedad pero de la que, evidentemente, se sabía menos entonces que hoy; así, muchos de los datos e interpretaciones que nos ofrece parecen hoy una obviedad o son rechazados por las interpretaciones actuales, tanto arqueológicas como por el análisis de los indicios materiales probatorios con instrumentos y técnicas de avanzada con los que contamos hoy.
El libro ofrece datos muy importantes para el lego –como yo mismo– en el estudio de la civilización maya. También toca de refilón aspectos importantes de otras culturas y naciones mesoamericanas como la zapoteca (de la que la familia de mi padre comparte, al menos, la geografía) pero con el gran desacierto de que lo hace comparando, siempre en detrimento de las culturas no-mayas, es decir, que no las compara objetivamente, sino a favor de los mayas por su marcada y declarada tendencia pro-mayista.
Una desventaja más que pude observar en el libro es que el autor frecuentemente (muy frecuentemente) cae en el error de señalar un aspecto cualquiera de la vida diaria maya con un equivalente europeo o norteamericano o “moderno” aún después de haber descrito claramente su punto, como si quisiera dar un ejemplo “con palitos y bolitas” a lectores con retraso mental. Inaceptable a todas luces.
Condicionado por su cultura y su tiempo, el autor cae en el lugar común de presentar a los pueblos mesoamericanos prehispánicos como atrasados, simplones, comparados con el “complejo” hombre moderno. No hay tal: la complejidad de una cultura sólo se comprende si se le estudia en su contexto histórico; si se le compara con nuestra modernidad siempre estará en desventaja. Eso no es hacer Historia.
Tiene el cuerpo del texto cuatro cuentos que pretenden describir la cotidianeidad de la ida maya para lo que el autor se basó en sus conocimientos arqueológicos para escribir micronovelas costumbristas, sin embargo, el resultado es pésimo: son cuentos con fines ilustrativos basados en historia contrafactual. Su mérito está en describir en escenas mundanas los hallazgos arqueológicos en los que se basó el autor para escribirlos. Su demérito está en no ser un narrador en el tiempo histórico de sus propios personajes, sino un historiador que quiere inventar una historia sin tener una historia que contar, sino datos crudos que presentar, sólo narrando hechos que conoce por su propia formación académica. No hay ejercicio narrativo. Y hay muy escaso ejercicio creativo.
Sin embargo y pese a todo lo anterior es un libro que se disfruta y del que se puede obtener el conocimiento básico para comenzar un estudio más completo de la cultura maya, incluso es recomendable leerlo antes de leer el Popol Vuh o el Chilam Balam.
Ojalá alguien que lo haya leído pueda aportar su opinión a este humilde ensayo.
Ricardo Marcos-Serna, Ciudad Juárez, Chihuahua
enero 02, 2021, 2º año del Covid.
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