Henning Mankell (Suecia, 1948-2015) fue un novelista
prolífico. Con sus doce novelas de la serie Wallander y otras veintisiete entre
las que se cuentan novelas del género negro, cuentos infantiles y juveniles y
otros géneros, fue uno de los autores escandinavos más leídos en los últimos
años, junto a Söwall & Wahlöö, Jo Nesbø, Arnaldur Indridason, Stieg Larsson, Karin Fossum, Anne Holt y
otros nórdicos —suecos,
islandeses, daneses, fineses y noruegos (Rodríguez 2009), que forman parte de un grupo
de escritores que van un poco más allá de la mera narración de las historias:
sus personajes se cuestionan las temáticas sociales que abordan. Y este no es
un “fenómeno” literario de la última década, sino un evento constante desde los
años sesenta. Algunos de los mismos autores de esta corriente, como es el caso
de Maj Sjöwall, han declarado sentirse intrigados por este éxito ya que la novela
negra nórdica carece de calidad (León, s/f). Es probable que la explosión
mundial de este género en esta región del mundo se deba a la aparición en cine
de Los hombres que no amaban a las mujeres (Arden-Oplei 2009), basada en la primera novela
de la trilogía Millenium, Män som hatar
kvinnor, de Stieg Larsson.
Mankell
escribió Asesinos sin rostro en 1991 y fue publicada en España en 2001 y sólo
hasta 2016 apareció en México, en edición de Tusquets, en la colección Maxi (Mankell 2001).
Kurt
Wallander es un investigador de la policía de la localidad de Ystad, Suecia.
Debía tener (para el tiempo de esta novela), 40 + 3 años de edad ya que
su hija, Linda, rondaba los 17. En esta novela, Wallander está divorciándose.
Eso es algo que, ya he comentado antes, es un cliché de los protagonistas de
esta clase de literatura: sus vidas están a punto de desmoronarse, son un
fracaso social y en sus trabajos atraviesan crisis existenciales. Yo no
recuerdo haber visto a Sam Spade cuestionarse su soledad, o a Hercule Poirot quejarse
de su vida regalada; sin embargo, muchos otros de mis detectives favoritos sí caen
la característica de “perdedores”. Pero es posible que Mankell haya podido
perfeccionar a Wallander a lo largo de las once novelas de la serie que aún no
he leído; hay que esperar y ver.
Parece que
en aquellas tierras es común y más correcto hablarle de tú a la gente, cosa que
no es precisamente muy bien vista en el Norte de México (y, hasta donde yo
sabía, en otros lugares como Alemania, donde el trato de tú sólo se reserva a
las personas muy allegadas). También parece que es costumbre llamar a la
persona por su nombre completo cada vez que se habla de ella; sólo en dos o
tres ocasiones habré leído a Mankell llamar sólo Wallander a su personaje, y
vaya que lo menciona a lo largo de la obra; no usa muy frecuentemente él, el
policía, el investigador, pronombres y adjetivos de ese tipo… habrá que
acostumbrarse aunque puede representar un estorbo para la lectura.
La novela
es, a mi parecer, un poco lenta ya que estoy acostumbrado a leer a Élmer
Mendoza, a Taibo II, a Clancy, a Thomas Harris… sin embargo, como el mismo
Mankell dice a través de uno de sus personajes, sus novelas no son películas
americanas llenas de sangre (p.28).
Después de
haber leído esta novela me han quedado
claras dos cosas: definitivamente, leer una novela no es sólo estar invitado a
presenciar la narración de una historia a la cual el autor le puso las caras y
escenarios que requirió para contarla, sino que debe ser, a todas luces, una
invitación a buscar nuevos conocimientos, a investigar los temas tratados en
ellas; también me quedó claro que, definitivamente, no sé nada sobre Suecia,
por lo que tuvo que investigar algunas cosas que les comparto a continuación.
El
trasfondo de la novela es la xenofobia de algunos y las preocupaciones sociales
de un pueblo con una larguísima tradición de acogida a inmigrantes de todo el
mundo, con una cifra cercana a 25 000 inmigrantes al año, lo que ha colocado a
los suecos cerca de ser una “minoría étnica en su propio país” y al borde del
colapso económico de la nación (Carlqvist 2016); en Suecia ya no hay dinero
para atender a los migrantes y la tasa de impuestos a los ciudadanos es cercana
al 32% de su ingreso , sin embargo, ellos necesitan más dinero que han
conseguido de préstamos internacionales… y todos sabemos lo que cuesta pedir
dinero prestado al Banco Mundial.
Es claro,
entonces, que los suecos estén preocupados por la cantidad de migrantes que
llegan a su país todos los días. Esto ha originado el surgimiento de grupos
radicales pro-suecos y anti-migrantes. Después de años de gobierno
socialdemócrata al que se opone el ultraderechismo de Sverigedemokraterna y
otros partidos que claman un: Suecia para
los suecos, aparecieron grupos como Hoyre y Fremskittpartieret, Mantener a
Suecia sueca y otros muchos grupos, incluidos grupos radicales neonazis que se
extienden por toda escandinavia. A uno de ellos pertenecía el atacante de la
isla de Utoya en Noruega, Anders Behring Breivik, quien en 2011 atacó a un
grupo de jóvenes del Partido Laborista Noruego (Redacción 2016a), (Redacción 2016b).
Pero,
volviendo a la novela: al final, después de descubrir la trama de los asuntos
que al autor le interesaba darnos a conocer, había que terminar la historia,
¿no?, así que Mankell apuró un final que, aunque no se trataba de una película
americana llena de sangre, dejó mucho que desear por estar plagado de clichés: persecuciones
a pie entre la multitud, caídas, tropezones y unos asesinos que jamás hablan.
Pese a las
que me parecen deficiencias narrativas (a mí, un profano lector), la novela es
media y espero que la siguiente que consiga del autor y sobre el personaje esté
un poco más pulida.
Si quieren
leerla, no se detengan. Si no les interesa, no se pierden de mucho.
Just my opinion.
Faceless
murderers
Henning
Mankell (Sweden, 1948-2015) was a highly productive novelist. With his Kurt
Wallander as character of twelve novels, he wrote other twenty seven about
crime, youngster and children literature and other kind of books, fact that
made him as one of the best sellers among Scandinavian writers, along to Söwall
& Wahlöö, Jo Nesbø, Arnaldur Indridason, Stieg Larsson, Karin Fossum, Anne
Holt and other writers from Sweden, Norway, Island, Denmark and Finland
(Rodríguez 2009), all of them belonging to a group pf writers that goes beyond
the mere narration: their characters question themselves about the social
problems they touch. And this is not a literary phenomenon from the last
decade, but a constant event happening since the sixties. Some authors from
this movement, as for Maj Sjöwall have stated that Scandinavian black nouvelle
is lacking quality (León, s/f). It might be that the world explosion of this
genre and from this particular region is related to the movie titled The girl
with the dragon tattoo (Arden-Oplei 2009), based in Stieg Larsson´s first book
from Millenium trilogy, Män som hatar kvinnor.
Mankell wrote Faceless murderers in
1991 and it was published at Spain in 2001 and just till 2016 appeared at
Mexico, by Tusquets, in Maxi collection (Mankell 2001).
Kurt Wallander is a policeman from
Ystad, Sweden. He should have been (to the time of this nouvelle, 40 + 3
years old, ´cause his daughter, Linda, is 17 yo. In this story Wallander is
getting divorced. That fact is, I´ve said before, a cliché of many characters
in this genre: their lives are near to fall apart, they are social failures and
they are in existential crisis in their jobs, too. I cannot remember knowing
Sam Spade questioning his own solitude, or Hercule Poirot complaining his easy
way of life; however, many of my favorites among detectives are losers. It is
possible that Mankell could have perfected Wallander along the eleven novellas
I haven´t read yet —let´s wait and see. It seems that in those lands is common and more
polite to call people by his first name, which is not precisely quite polite in
northern Mexico (and, as far as I know, in places like Germany, where this kind
of treatment is reserved to very, very close people). Also seem to be common to
call people by their full name (name and last name) any time you talk about
them; just two or three times along the novel Mankell used just the Wallander
for his character —and he names him a lot; the author do not use he, the cop, the detective, things like that… one must get used
even when it can be an obstacle for the fluidity of the lecture.
The nouvelle is, for me, a little
slow as I am used to authors as Élmer Mendoza, Taibo II, Clancy, Thomas Harris…
anyhow, as Mankell says through one of his characters, his novels are not
American movies fulfilled with blood (Mankell, Op. cit. page 28).
After reading this novel I have two
things as certain: definitely, reading a novel is more than be just a spectator
of a story to which the author put faces and scenarios that he needed to tell
the story, but it must be, by all means, an invitation to reach new knowledge,
to do research for the narrated topics; I also got by certain that I do not
know nothing about Sweden, so, I got some information I want to share with you.
The story is about a little group pf people´s xenophobia
and the social concerns from many, in a nation with a vast tradition of immigration
from all over the world —as many as 25 000 migrants by year, which has placed Swedes close to
being an "ethnic minority in their own country" and on the brink of
the nation's economic collapse (Carlqvist
2016); in Sweden there is no more money
to take care of migrants and the taxes are as high as 32% of families´ income,
they need more money and they have get it from international loans… and
everybody knows how expensive is to get loans from World Bank.
It is
clear, then, that Swedes are concerned about the number of migrants arriving into
their country every day. This has led to the emergence of radical pro-Swedish
and anti-migrant groups. After years of social-democratic rule opposed by the Sverigedemokraterna
ultra-right-wing and other parties that claims: Sweden for Swedes, led to the emerging
of groups as Hoyre and Fremskittpartieret, Keep Sweden Swedish and many other
radical and neo-Nazi groups that are extending along all Scandinavia. To one of
them belonged the attacker at Utoya Island, Norway, Anders Behring Breivik who,
in 2011 attacked a youngster congregation from the Norwegian Labor Party (Redacción 2016a), (Redacción 2016b).
But back to the novel: at the end, after
revealing the plot that the author tried to show to us, the story must end,
right? So, Mankell rushed an end that, even when it is not an American bloody
movie (a movie fulfilled with blood, I meant), it left a lot to be desired
because it is plagued with clichés: chases between crowded fairs, falls,
tripping and two murderers that never says a word.
Although these narrative
deficiencies (as they seem to me, a profane reader), the novel seems to be mild
and I hope the next novel from Mankell I can get about Wallander to be a little
more polished.
If you do want, read it, do not refrain. If you
don´t, you won´t lose anything.
Es sólo mi opinion.
Ricardo Marcos-Serna
Ciudad Juárez, Chih.
Noviembre 29, 2016
Bibliografía / Bibliography
-Arden-Oplei, Neils. 2009. Los hombres que
no amaban a las mujeres. DVD. Suspense. Nordisk Films & ZDS Enterprises.
- Carlqvist, Ingrid. 2016. “Suecia, al borde
del colapso”. Consultado noviembre 29.
https://es.gatestoneinstitute.org/6728/suecia-colapso.
- León, Patricia. s/f. “Novela negra
escandinava: 50 años de éxito literario”. Yellowbreak, Digital edición.
http://www.yellowbreak.com/novela-negra-escandinava/.
- Mankell, Henning. 2001. Asesinos sin
rostro. 1a ed. Kurt Wallander, 1/13. Barcelona: Maxi Tusquets.
- Redacción. 2016a. “Horror en la isla de
Utoya: ‘Debéis morir, debéis morir todos’ | Internacional | EL PAÍS”. El
País - Internacional. Consultado noviembre 29.
http://internacional.elpais.com/internacional/2011/07/23/actualidad/1311372005_850215.html.
- Redacción, Excélsior. 2016b. “Era
ultraderechista atacante de escuela en Suecia | Autor de ataque a escuela sueca
simpatizaba con la ultraderecha, según medios”. Consultado noviembre 29.
http://www.excelsior.com.mx/global/2015/10/22/1052756.
- Rodríguez, Juan Carlos. 2009. “Diez nórdicos
imprescindibles: el fenómeno de la novela policiaca”. El Economista,
marzo 10, Digital edición.
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