domingo, 23 de abril de 2017

¿Por qué referenciamos nuestros textos?



Hola.
Esta publicación se hizo originalmente en el blog concienciasforenses.blogspot,mx, pero fue eliminada del mismo de modo unilateral por una de las administradoras, sin previo aviso. Creo que tal hecho obedece a diferencias de opinión entre ella y yo y a la marcada intolerancia de esa persona. No me importa, realmente, ya que acá tengo suficientes personas que leen este blog como para que la publicación se haga eco.
Es un pequeño artículo que hice para resaltar la importancia de las referencias en textos y documentos escritos y no escritos, y aprovecho el Día Internacional del Libro y el Derecho de Autor para presentárselas a ustedes y someterla a su consideración y solicitar su difusión. Gracias y buen día.

El enemigo no será aquel que haya nacido más allá de nuestras fronteras, 
ni el que hable un idioma diferente al nuestro, sino el que no tenga razón, 
el que quiera violar la independencia y libertad de los otros.
Sombra de la sombra
Paco Ignacio Taibo II


¿Por qué referenciamos nuestros textos?

Por Ricardo Marcos-Serna[i]

Probablemente a la par que iniciamos la licenciatura es cuando comenzamos a tener conciencia de la existencia e importancia de las referencias bibliográficas, cuando empezamos a considerar su valor para el cuerpo del texto, para la búsqueda de más información sobre el tema de éste, para comprender la actualidad del mismo y para saber en qué está basada la información dicha en el trabajo que se lee.
Personalmente, no tengo ningún recuerdo de que en la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional nos hayan enseñado a referenciar nuestros trabajos; nos exigían las referencias, claro, pero no nos mostraban cómo hacerlas. Nunca nos dieron una metodología para redactar y referenciar textos, por lo que lo hacíamos como buenamente podíamos.
Ahora, en un momento donde el acceso a la información a través de medios electrónicos es cada vez más fácil y llega cada vez más lejos, es indispensable recordar la importancia de la referencia bibliográfica.
Todos los que hemos buscado información en internet, y me refiero a artículos académicos, nos topamos con muchos recursos digitales como blogs individuales o colectivos, revistas digitales y otros sitios en los que se expresan opiniones que, usualmente, carecen de referencias bibliográficas y que en muchas ocasiones son copias fieles del mismo texto procedente de otro sitio web que tampoco referenció su trabajo. Esto se llama plagio o, en el mejor de los casos, trabajo sin valor. Ni qué decir de los sitios donde los jovencitos y los no tan jovencitos obtienen información ya formateada y lista para descargar, imprimir y presentar como propia: son verdaderamente deleznables porque ahí se ofrece el trabajo de otras personas a las que no se les da crédito y que, una vez descargado y presentado, se hace pasar por propio.
Para evitar esto y en el entendido de que somos profesionales y que como tales debemos comportarnos, es que he decidido hacer este pequeño ensayo sobre qué son y para qué se usan las referencias bibliográficas, esperando que el lector no sólo aproveche la lectura de este documento, sino que la enriquezca, lo comparta y difunda para que cada vez sean menos esos que usan el trabajo ajeno haciéndolo pasar como suyo.
Por principio de cuentas, entones, ¿qué es una referencia?
En idioma Inglés, reference es una palabra usada para describir la acción de referirse o hacer alusión a algo; deriva del latín referens/referentis y fue incluida en la lengua inglesa circa 1589 (“Reference | Definition of Reference by Merriam-Webster”, s/f).
Para el idioma Castellano, referencia implica más acepciones (“DLE: referencia - Diccionario de la lengua española - Edición del Tricentenario”, s/f): se entiende tanto como la acción y al efecto de referirse, en el sentido de aludir a… por ejemplo, en el encabezado del diario El Clarin:
Macri homenajeó a Illia y aludió a los bochornos de la corrupción K (Equipo editorial, s/f).

También es usado en el sentido de narrar o hacer relación de algo… por ejemplo, en el artículo Vigilará que se haga una investigación objetiva sobre lo que pasó en Carrizalillo, dice Astudillo, del diario El Sur, periódico de Guerrero, el cuerpo del texto dice:
“(…) el gobernador hizo referencia a los hechos ocurridos en el pueblo donde (…)” (Pacheco Pólito, 2015).

Referencia, según el DRAE, es, entonces, una relación, dependencia o semejanza de algo en relación a otra cosa… por ejemplo, cuando decimos: “The dark side of the Moon es referencia obligada para entender la obra de Pink Floyd” (Marcos-Serna, s/f); el término sirve, también, como base y da el apoyo a una comparación, a una medición  o a una relación de otro tipo, por ejemplo cuando decimos: “la línea isoeléctrica es referencia para todas las ondas y deflexiones del electrocardiograma(Marcos-Serna, s/f).
En un escrito, sin embargo, la referencia nos da la indicación del lugar del mismo escrito o de otro escrito al que se remite al autor, por ejemplo, en este mismo blog, Granados escribe: “Cualquier ciencia es forense en el momento en que sirve al procedimiento judicial (Francisco Viñals Carrera, s/f)”, o cuando, en un texto, el mismo autor dice: (…) [véase más adelante])”.
Es decir, la referencia no es únicamente una serie de elementos o recursos mencionados en detalle de tal modo que permitan la identificación de la fuente original de donde se obtuvo la información que presentamos en el texto, sino que también nos aporta datos sobre dónde fue obtenida dicha información (Vera Cartes, s/f).
En su excelente trabajo, Vera (Vera Cartes, s/f) nos da ciertas razones para incluir las referencias bibliográficas en un texto. Según este autor, las tres principales razones son: dar cabal cumplimiento a los derechos de autor (lo cual es, evidentemente, no sólo necesario, sino obligado en un mundo donde es muy fácil obtener información en línea), evitar incurrir en el delito de plagio (la reproducción sin referencias de obras “[…] de creación original susceptibles de ser divulgadas o reproducidas por cualquier forma o medio (…) desde el momento en que hayan sido fijadas en un soporte material […]” (Nettel Díaz, 2013), y garantizar la calidad del trabajo citando las fuentes de donde se obtuvo la información.
O´Connor nos dice que, en una revisión de 52 revistas científicas de ciencia médica, encontró que existen por lo menos 33 sistemas para citar referencias bibliográficas, pero que la más común, cuando menos en ciencias de la salud, es la llamada Harvard-APA (O´connor, 1978).
El sistema Harvard-American Psychological Association (que es el utilizado en este trabajo), propone la inclusión en el cuerpo del documento del trabajo original del cual se tomó la información o se hizo la cita. Este sistema es útil cuando el trabajo que se redacta se apoya en una gran cantidad de datos consultados o cuando el tema de investigación/redacción ha sido trabajado por diversos autores en diferentes momentos o publicaciones (“Electronic Reference Formats Recommended by the American Psychological Association”, s/f).
Por ejemplo, Harvard-APA dice que cuando se cita un párrafo íntegro de un texto, esto debe hacerse de la siguiente manera:
(…) pero a la partida de él, Tezcaltlipoca, nuevo dios dominante, exigió sacrificios humanos para aplacar su sed de sangre (Schlarmann 1997, Matos 2005)

Y que sobre la cita anterior, la referencia final sería: Schlarman JHL, México tierra de volcanes (de Hernán Cortés a Ernesto Zedillo), 16ª edición, editorial Porrúa, México, 1997, p 43 – 44 y Matos ME, Quetzalcóatl en la historia y en la leyenda, PDF, disponible en versión electrónica en www.mexicodesconocido.com.mx/notas, 5 de febrero de 2008.
También puede usarse la cita de referencia, por ejemplo:
(…) como la mencionada de Mollison (Valdecasas, 1998; Klein & Anstee, 2005)

Del mismo modo es posible, bajo este sistema, poner en nuestro trabajo una parte del texto original que se cita:
Joaquín Sabina tiene razón cuando nos dice: Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta (Sabina, 1999)

También nos permite hacer un inserto del texto cuando nos interesa citar literalmente más de tres renglones:
La Comisión de Calidad (CCR2009) afirma que: Los médicos residentes del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del ISSSTE de México son, de entre todos sus colegas, los que tienen mejor estilo de redacción y citas bibliográficas (Marcos-Serna, s/f).

Cuando el mismo autor citado tiene más de dos publicaciones en el mismo año y usamos todas para nuestro texto, citar al autor de la siguiente manera (ejemplo):
            (Serrano.Limón J, 2009a, 2009b, 2009c)

Existe el concepto de metacita que implica, únicamente, citar a un autor que, a su vez y en el cuerpo de su texto, cita a otro, de la siguiente manera:
Schlarmann (1997) cita a Cortés (1616) cuando afirma que Las Indias estaban pobladas de salvajes (Marcos-Serna, s/f).


Evidentemente, el explicar el modo de referencias Harvard-APA, o Chicago, Nature o cualquier otro está fuera del alcance de este documento, cuya finalidad es simplemente hacer conciencia entre los autores de la necesidad, obligatoriedad y conveniencia jurídica y moral de dar crédito a los autores originales que se han consultado para realizar una investigación.
Citando a Javier Darío Restrepo, quien cita a Tuchmann   : (…) las citas son la protección de reportero contra la calumnia y el libelo (…) (Restrepo, 2001)

Bibliografía consultada:

- DLE: referencia - Diccionario de la lengua española - Edición del Tricentenario. (s/f). Recuperado el 8 de septiembre de 2016, a partir de http://dle.rae.es/?id=Vc9rHUF
- Electronic Reference Formats Recommended by the American Psychological Association. (s/f). Recuperado el 8 de septiembre de 2016, a partir de http://www.uv.es/~fores/programa/elec_efformats.html
- Klein, H., & Anstee, D. (2005). Mollison´s Blood Transfusion in Clinical Medicine (11th edit.). Oxford: Blackwell Scientific Publications.
- Equipo editorial. (s/f). Macri homenajó a Illia y aludió a los bochornos de la corrupción K. Periódico. Argentina. Recuperado a partir de http://www.clarin.com/politica/Macri-Illia-espectaculos-bochornosos-corrupcion_0_1603639761.html
- Marcos-Serna, R. (s/f). Únicamente como ejemplo por parte del autor.
- Nettel Díaz, A. L. (2013). Derecho de autor y plagio. Alegatos, (83), 135–52.
- O´connor, M. (1978). British Medial Journal, 1, 31–32.
- Pacheco Pólito, A. (2015, octubre 30). Vigilará que se haga una investigación objetiva sobre lo que pasó en Carrizalillo, dice Astudillo. El Sur - Periódico de Guerrero. México. Recuperado a partir de http://suracapulco.mx/1/vigilara-que-se-haga-una-investigacion-objetiva-sobre-lo-que-paso-en-carrizalillo-dice-astudillo/
Reference | Definition of Reference by Merriam-Webster. (s/f). Recuperado el 8 de septiembre de 2016, a partir de http://www.merriam-webster.com/dictionary/reference
Restrepo, J. (2001). La objetividad periodística: utopía y realidad. Revista Latinoamericana de Comunicación CHASQUI, (74). Recuperado a partir de http://www.redalyc.org/pdf/160/16007402.pdf
- Sabina, J. (1999). 19 días y 550 noches [CD]. Madrid: BMG - Ariola.
- Vera Cartes, L. (s/f). NORMAS PARA LA REDACCION DE REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS UACh. Recuperado a partir de http://www.biblioteca.uach.cl/meson_ayuda/manuales/normas_redaccion_referencias_bibliograficas_uach.pdf 
- Imagen:  https://www.google.com.mx/search?q=referencias+bibliograficas&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjd5oXB97vTAhVD82MKHSJgDLYQ_AUIBigB&biw=1366&bih=635#imgrc=3FTrqhY_tq6WbM:

Ciudad Juárez, Chihuahua
08 de Septiembre de 2016


[i] Médico anestesiólogo del IMSS. Estudiante de la Maestría en Ciencias Forenses en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México.



sábado, 15 de abril de 2017

Lo que hay que saber para escribir el género negro





Elementos básicos de una obra clásica del género negro: 

A) Un investigador, detective privado, ex policía si se puede o con nexos con la policía y con los bajos fondos a un tiempo, preferentemente soltero (recuerden a Miles Archer, el primer muerto en The Maltese falcon (Hammett 1992), que era casado y murió en el capítulo 1), pero siempre bien dispuesto al amor, preferentemente pasajero y, de ser posible, consumado con la mujer fatal de la obra. Él  debe tener alguna manía o distingo, como fumar pipa o ser ambidiestro o ver fantasmas, pero no una tan estrambótica como colgarse por los tobillos en su armario mientras limpia su revólver con los ojos vendados. Por supuesto, debe ser un cínico consumado, pero sin ser descarado. ¿Le sobra a usted un poco de sarcasmo?, agréguelo, pues. Si puede, ponga un poco de whisky en el cajón de su escritorio y un teléfono viejo sobre el cartapacio; un perchero en su oficina no estaría mal, pero no es indispensable. Cuando él narre la historia debe hacerlo siempre usando la primera persona del singular y usando el tiempo pasado, que es el tiempo narrativo preferido del género. No es necesario para el autor ponernos en antecedentes personales sobre su detective: lo que importa es sólo lo que hará a partir del momento en que abramos su oficina. Su apellido habrá de pronunciarse, preferentemente en una dos sílabas: Ar-cher, Mar-lowe (recuerde que se pronuncia Mar-Lou), Spade, Con-de, aunque hay polisilábicos  rescatables: Men-die-ta, Be-las-coa-rán, Co-lum-bo.

B) Es necesario que la obra cuente con una mujer fatal para complementar la disposición amorosa del detective. Ella debe ser, preferentemente, rubia y de nariz respingona; juvenil sin ser adolescente ya que su sensualidad, en equilibrio con su aparente candidez, radicará en su comportamiento: el encender un cigarrillo mirando a los ojos del detective, sus azules ojos brillando mientras el resto de su rostro está en penumbra, o el sesgo de su sobrero de velo que le cubre sólo un ojo, o la altura de sus piernas enfundadas en medias color ala de mosca, preferentemente con la raya un poco corrida para que ella pueda ajustársela frente al detective que la mira con ojos aparentemente desapasionados pero que ocultan su avidez. Ella hablará con voz firme y siempre dejará en claro que espera que el aire le abra paso mientras camina; solicitará la búsqueda de alguna persona (casi siempre un amante fugado, un esposo por el que ya no se interesa demasiado, pero que le sigue perteneciendo por lo que no permitirá que se escabulla), o de un objeto cualquiera, usualmente una joya familiar (que ha cambiado de dueño sin permiso del dueño). Ella puede lloriquear un poco en los brazos de él… o no. Si hubiese una letra entre A y B, en el inciso correspondiente diría que los diálogos entre ellos, detective y mujer fatal, deben ser concisos pero usando palabras como nena, muñeca, ángel, la pasta, el pájaro refiriéndose al individuo que ha volado, los hielos los diamantes—, le recetó dos cápsulas del 45 —le pegó dos tiros—,  y otros por el estilo. Por ejemplo:



¿Cree usted que soy una mujer fatal?

Vistes como una mujer fatal. Hablas como una mujer fatal. Yo diría que lo eres, nena, excepto…

Excepto… ¿qué? preguntó ella acercándose a mí y rozando mi mejilla con sus guantes de seda roja.

Excepto que sé que eres una pájara que salió de chirona ayer por defraudar a una anciana alemana. Ella soltó una sonora carcajada, demasiado vulgar para no ser la de una mujer fatal. Se alejó taconeando suavemente en el piso de madera. Desde la puerta, dijo:

Hotel Brandenburg. Siete treinta. Búscame cuando el la banda comience a tocar Sing, sing, sing…



C) Un personaje/objeto que no estará presente en la obra más que como referencia entre los que dialogan, o como una estela de cadáveres que va quedando a su paso, igual que un intangible terremoto que nadie puede asir pero que todos sintieron su existencia, algo insustancial y que será, indiscutiblemente, el objeto que origina la relación del detective y la mujer fatal. También puede tratarse de una persona que se vuelve esquiva a voluntad, que está y no está a un tiempo, que se sabe que pasó por allí pero que no se detuvo lo suficiente como para dejar una huella profunda en los que servirán de comparsa. Ese personaje debe tener alguna cualidad que lo individualiza, lo que será el verdadero motivo por el que la mujer fatal lo busca: posee algo que ella quiere, hizo algo que la afectó, hará algo que la comprometa, sabe algo que no debe saberse, vio lo indebido o se sospecha de todas las posibilidades anteriores; incluso puede ser que sepa algo que nadie más sabe, ni siquiera el narrador. Si es un objeto debe destacar por su singularidad: un collar de perlas rosas de 50 gramos cada una, una estatuilla africana hecha con marfil de narval lo que la haría más excepcional—, una sandalia de Lázaro después de la resurrección, una serie epistolar entre Kennedy y Castro… todo puede ser legítimo o apócrifo, claro; sólo se sabrá hasta el final de la obra.

D) Un informante del detective; debe ser, preferentemente y a pesar de las protestas que esto pueda despertar, de una minoría étnica y tener un negocio estereotípico: un hebreo joyero, un marroquí vendedor de kebabs, un mexicano mesero en un tugurio, un irlandés estibador de puerto, un polaco charcutero, et cætera, es decir, alguien que por moverse entre el mundo de la mujer fatal y el del detective, en un limbo social que raya más en lo sórdido que en lo sublime, puede aportar datos que orienten al detective (no al lector) sobre el paradero del objeto/persona; los diálogos entre este personaje y el detective deben ser crípticos:

Escuché que buscas a un pájaro que voló con algo que no le pertenece.

Suelen hacerlo. ¿Qué sabes?

—Tal vez sepa algo, tal vez no.

Míster Lincoln podría refrescarte la memoria.

Con Republicanos no bebo ni agua. Tal vez Míster Hamilton . Recibió el billete y continuó. Los cuervos suele robar cosas brillantes, ¿sabes? Lo hacen por mera curiosidad, no por codicia. El tuyo puede estar como el de aquella historia, la del poeta ebrio de Baltimore.

—¿En el dintel de la puerta? ¿Cómo sabes que es cuervo?

—¿Conoces el mito griego del cuervo y Apolo? ¿En tu casa hay puertas con dinteles?



Lo demás se aclarará al lector hacia el final de la obra; también es indispensable que el informante cuente con un apodo sonoro: Stinky Rick Russeau, Caleb Shorty McLeod, Frank Curro Jiménez, Jason TexMex Pérez, Lu Fourfingers Wang, Albert Whitey Albine… hay mucho para elegir pero, como sucede con todos los apodos, el del informante puede describirlo o ser todo lo contrario o no ser siquiera una descripción física:

“Allí estaba, arrinconado contra la pared en aquel callejón, con el cuarenta y cinco vacío; la sombra se agazapó unos metros más adelante. Decidí jugármela. Salté hacia el escondite de James Brick James en el momento justo que un ladrillo salió disparado hacia mi frente… luego, el piso se movía velozmente hacia mi cara ensangrentada”.



E) Es primordial que exista un “pez gordo” en la obra, detrás de quien estarán algunas de las respuestas. Debe ser un hombre poderoso, claro, y se le asociará con una vida opulenta sin ser disipada: buen gusto por los vinos (ha de preferir una cosecha específica de Burdeaux que se haya recogido después de cierto evento climático que afectara a las uvas, como un ciclón en Indonesia), por la comida española (y deberá saber cuál es el mejor puesto de Las Ramblas para conseguir almejas para la paella), por los tipos de navajas mexicanas (indispensable que conozca la media de producción de acero de Altos Hornos de México en 1909 y las muertes que los aceros causaron en las Revoluciones Mexicanas), por los libros antiguos (tendrá en su haber, y presumirá al detective, su colección de las obras completas del Duque de Rivas en edición de 1853, con prólogo de Enrique Ruiz de la Serna) o coleccionará hachas de guerra (y la joya de la colección será la que usaron para decapitar a William Wallace). Los guardaespaldas del pez gordo serán tipos silenciosos o bullangueros en concordancia con los humores de su jefe; el pez gordo y el detective deberán encontrarse en un restorán o en un hotel en donde el pez gordo degustará una comida étnica y se quejará de algún mal estomacal.

¿Bebe usted, señor Zaid? preguntó y, sin esperar respuesta, continuó hablando. A mí me gusta más la cerveza bávara que el licor, pero no cuando como esta delicia eslava. La solianka debe acompañarse de vodka claro, pero creo que la acidez del blanco del Rhin le hace un favor a toda esta grasa.

Yo/

Me pregunto, señor Zaid, como seguramente usted se pregunta también me interrumpió: ¿para qué echar a perder un buen vino del Rihn con una sopa pobre del báltico, cuando se puede regar fácilmente con… pero, decía usted, señor Zaid, perdone mis modales.

Yo no/

—A veces olvido que ya no estoy en mi patria querida, donde la voz más atronadora es la que se impone —elevó el tono dos octavas mientras se golpeaba el pecho con puños como mazos—, sino en América, la tierra de…—y abrió las manos en gesto de desamparo—, perdone. De nuevo he olvidado mis modales.

—Decía que yo no/

—Vania —volvió a interrumpir, haciendo una seña a uno de sus gorilas—…una copa de vino para el señor Zaid, ¡spiaŝacca! —luego, voltenado hacia mí y bajando el tono al de una confidencia frente a la chimenea—… estos hombres… son campesinos… sin educación… perdone usted señor Zaid. ¿Decía?

—Decía que no bebo.

—¿La úlcera? Yo la padezco hace diez, no, doce años. Malditos médicos. Primero te dan una pastilla para la úlcera y luego diez más para contrarrestar los efectos de la primera y desp/

—No bebo porque no me gusta.



F) El Cadáver, que puede aparecer al principio, intermedio o final de la obra. Su función será estar muerto. Los diálogos serán entre los supervivientes y se referirán a él como el fardo, el fiambre, el bulto, el frío o, en Latinoamérica, se dirá de él que colgó los tenis, entregó el equipo, mira las flores desde las raíces (genialidad cortazariana), se lo cargó el payaso, lo chupó la bruja, chupó Faros, enrolló el petate, valió… también hay para escoger. Y por último, pero no menos importante,

G) Un tema. Éste estará de acuerdo a las capacidades del escritor y no habrá límite para su imaginación mientras sea capaz de no entremezclar géneros como fantasía con historia, terror con romance o tecnología con ciencia, pero si el escritor puede hacerlo y salir bien airado de la empresa, bienvenida sea su obra.

Todo esto, lector@, es lo que hizo Allen Stewart Konigsberg, Woody Allen, en 1974 con cuento El Gran Jefe, incluido en el libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura (Allen 2007). Si le gusta el género negro y disfruta el sarcasmo de Allen, no deje de leerlo. El cuento demuestra que, aunque el género tiene que tener necesariamente homicidios, no son siempre el sexo o el dinero los móviles del crimen. En este cuento aplica perfectamente la frase de Sabina: nunca entiendo el móvil del crimen a menos que sea pasional… y la filosofía también despierta pasiones.



Allen, Woody. 2007. “El gran jefe”. En Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, 8a ed., 149–61. Fábula. Barcelona: Tusquets.

Hammett, Dashiell. 1992. The Maltese Falcon. Vintage Crime / Black Lizard. USA: Random House.
Imagen:  https://www.google.com.mx/search?q=woody+allen+detective+movie&source=lnms&tbm=isch&sa=X&sqi=2&ved=0ahUKEwjsw4DbgKjTAhUqjFQKHd0pDaAQ_AUIBygC&biw=1366&bih=635#imgdii=HcV10XL-xnrdkM:&imgrc=vzK1XvJypDRdKM: