El asesinato de Julio Antonio Mella, informes cruzados entre México y Cuba
Pulido-Llano G, Moreno-Rodríguez LB, Secretaría de Cultura, INAH, 2018
Julio Antonio Mella era un cubano radical opositor a la dictadura de Gerardo Machado (1925-1933), exilado a México durante la revolución maderista (a la cual trató de unirse sin éxito). Regresó a Cuba para ser deportado de nuevo a México años después, durante el periodo presidencial de P. E. Calles. El Maximato se caracterizó por una dura política interna y cierto acercamiento a la URSS así como un distanciamiento de la política de los EEUU. Esta apertura (aparente) hacia el comunismo se vino abajo años después cuando el presidente Pascual Ortiz Rubio decidió perseguir al comunismo mexicano.
La historia de Mella está enmarcada, decía, por el Maximato, periodo en el que el gobierno cubano le sigue la pista a Mella. Las autoras del libro nos cuentan una historia que, por extraña, bien puede ser real: durante su espionaje hacia los exilados cubanos, en una reunión del ANERC se descubrió que los comunistas cubanos estaban planeando el asesinato de Machado y, casualmente, se enteraron del plan para asesinar a Álvaro Obregón; se informó de esto a la Secretaría de Gobernación desde la Embajada Cubana y, curiosamente, la comunicación se perdió hasta un par de semanas después del asesinato de Obregón.
Por enero del año 29 Mella era pareja sentimental de la fotógrafa Tina Modotti, conocida en los círculos comunistas, quien se vería involucrada no sólo como amante de Mella y testigo presencial del asesinato de éste, sino que sería acusada de ser autora intelectual del asesinato, el 10 de enero de ese año.
Antes en este espacio hablé de Valente Quintana, la quintaesencia del policía mexicano de la época quien fuera sacado de su retiro para investigar la muerte de Obregón y que fungiera como encargado de las Comisiones de Seguridad de la Segob hasta el año 29. La mayoría de la información que hay en internet sobre Quintana es una apología del personaje. Sin embargo, aquí se cuenta que su participación en la investigación del caso Mella estuvo parcialmente (o completamente) manipulado por la misma Segob. Parece ser que no fue Quintana quien señaló a Modotti como autora intelectual del asesinato, sino que él descubrió que las órdenes de matarlo salieron de la Embajada Cubana, lo que señaló en su informe. Curiosamente, después de dar sus conclusiones, Valente Quintana fue protagonista de una serie de acusaciones de corrupción, chantaje, robo y encubrimiento de bandas criminales, incluyendo a los asesinos de Mella a quienes, se dijo, Quintana ayudó a escapar.
La manipulación periodística del caso Mella fue brutal: desde los titulares de El Universal (16 de enero del 29), El Universal Gráfico, La Prensa, Excélsior y El Día se ofrecían teorías y “líneas de investigación” paralelas a la investigación oficial (en manos de Quintana) y cada uno de los reporteros ofrecía su interpretación de los hechos.
¿Por qué habría de importarle a un lector mexicano común el asesinato de un disidente cubano? Lo importante de este libro no es la historia de Mella, ni la historia de Modotti o del PC Mexicano y David Alfaro Siqueiros, sino la increíble historia del espionaje mexicano-cubano y sus idas y venidas, cruces de información y ocultamiento de la misma que se realizaron en esos años.
Puede ser que usted lo crea o no. El leer simplemente nos da información que uno debe analizar y discutir, no nos da la verdad, lo mismo que los años no nos hacen más sabios, sino la experiencia.
Finalmente, esto es sólo mi recomendación de un libro que cayó en mis manos y que comparto con ustedes. Si ya lo leyó, opine. Si no lo ha leído, hágalo antes de hacer algún comentario.
Gracias.
Ricardo Marcos-Serna
Ciudad Juárez, Chihuahua, 29 de noviembre 2020, 1800 h
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