Por Ricardo Marcos-Serna
La transmisión de noticias acompaña al hombre desde sus orígenes y no es sorprendente que se haya convertido, con el paso de los años, en una actividad bien organizada que, en la actualidad funciona bajo la premisa:
knowledge is power, saber es poder.
En Roma, en siglo I a.C., Julio César ordenó que las actualidades del imperio fueran publicadas cada mañana en lo que llamaron
Acta Diurna, probablemente el primer periódico del planeta. La difusión de las noticias durante el Medioevo se realizaba en libelos de manera gráfica y oralmente por los trovadores, heráldicos individuos que, en sus andanzas por los imperios, llevaban noticias de una villa a otra, cantándolas o narrándolas a una audiencia atónita que, en retribución, daban a los cantores un mendrugo o una moneda. Durante el Renacimiento, en Venecia se publicó un acta al estilo de la romana y se le vendía por las calles al costo de una pieza de la moneda corriente, llamada
gaceta.
Las noticias fueron impresas y difundidas a baja escala hasta el año 1605 en que Johann Carolus publicó el primer periódico en el sentido moderno de la palabra.
[i] Con el nacimiento de los diarios, empresas completamente dedicadas al periodismo, la difusión de noticias pudo llegar a más personas cada vez. El ciudadano común podía enterarse de la actualidad de su localidad mientras desayunaba, camino al trabajo, en la misma oficina donde ganaba el sueldo, en la casa, por la noche, mientras olvidaba su cotidianeidad y se involucraba en la vida de otros que, muchas veces, se encontraban en ciudades lejanas.
A principio de los años 20 se realizó la primera transmisión de noticias radial de la historia. Bienintencionados, los periodistas vieron en la radio la posibilidad de que las noticias llegaran a más personas cada vez y, seguramente pulularon, como en la actualidad, decenas de programas de noticias, en diferentes estaciones, en diferentes ciudades, cada vez con más poder radial y abarcando un área geográfica cada vez más grande. Hasta que llegó la televisión.
El periodista, siempre anhelante de que su información llegara a más personas, encontró en la televisión un agregado al contenido de la noticia: la imagen. Aún cuando podía ser muy romántico sentarse en corro a escuchar las noticias de la radio, la televisión atrapó en su magia a la audiencia que gustaba de ver en la pantalla las cosas que le eran familiares tanto como las que le eran completamente desconocidas. Eventualmente, la transmisión de noticias televisadas y radiadas dio origen a corporaciones monstruosas que se dedicaban única y exclusivamente a transmitir noticias locales, regionales, estatales o nacionales.
Pero con la posibilidad de ofrecer noticias a una audiencia cada vez mayor e informada, los reporteros se vieron en la necesidad de especializar sus informaciones creando el periodismo de nota roja, el deportivo, el social, el cultural y el plítico y concluyeron, también, que una nota debía proveer novedad, porque a nadie le gusta escuchar la misma noticia repetidamente; la información debía (preferentemente) cumplir con el requisito de la proximidad porque siempre es más atractivo saber cosas que le suceden al vecino o que han ocurrido en la misma ciudad que las que ocurren al otro lado del país; las noticias debían ser, también, de tamaño considerable refiriéndose a que debía existir una proporcionalidad adecuada entre la nota a ser difundida y el tipo de difusión que se le daba. La noticia debía ser, así mismo, relevante para la comunidad a la que se le ofrecía y debía ser ofrecida con una periodicidad adecuada, por dos razones principalmente, primera, que las cosas que afectan a una comunidad en particular reciben más atención que las que afectan a la comunidad cercana y que la repetición de una nota incesantemente le proporciona la cualidad la habituación, es decir, que deja de ser noticia y se convierte en hecho cotidiano. Aquí surgió otro problema al que el periodista debía enfrentarse: ¿es una noticia
noticiable? Qué tanto impacto tendrá una nota en un grupo social al que se dirige depende en gran medida de qué tan involucrada esté esa comunidad en el hecho a ser contado. La mera descripción de una inundación en las vecindades de una villa rural no será relevante a menos que la misma inundación haya acabado con las tierras de cultivo, anegándolas, afectado el trabajo y el futuro de la comunidad a la que se le ofrece la nota. El factor humano es otro elemento esencial de la noticia ya que los hechos que afectan al ser humano, directamente, nos producen mayor impacto. Pocas personas consideraron al daño en la capa de ozono una amenaza real, porque estaba lejos, en el polo norte, afectando focas y osos polares, hasta que los cambios climáticos empezaron a afectar nuestra salud y nuestra vida cotidiana. Por último, la noticia y su difusión deben estar en proporción directa a la notoriedad de los implicados en la misma. Permítaseme el ejemplo de un bolero que ha sido premiado con 10 pesos por haber hecho el mejor trabajo de su gremio. Piense ahora en un presidente municipal que se ve inmiscuido en un lio de faldas. Todo se basa en la proporción. Y este esquema es aplicable a todos los métodos de difusión noticiosa.
Pero el simple hecho de presentar noticias no es lo que nos atañe, sino el hecho de cómo se presentan esas informaciones. El periodismo, a la luz de lo que hemos dicho, es una actividad que tiene por elementos la colección, síntesis, jerarquización y difusión de un hecho de actualidad. Lo de ayer no es noticia. El reportero se encarga de recolectar la información y debe presentarla a su editor quien, jerarquizándola en base a un (muy subjetivo, creo yo) sistema de valores informativos, decide cuáles notas serán publicadas y cuáles no. El editor es el intermediario entre la noticia y la audiencia y la información puede llegar a esta última de dos modos, como verdad o como mentira. Acaso también como media mentira. La censura, ese gran mal que nos ha aquejado y ha acompañado a los gobernantes desde que la información se difunde por medios masivos, limita no sólo la veracidad de la información, sino también su objetividad. Es la objetividad la demanda no formulada al reportero de que se haga responsable no de lo que se informa, sino de cómo se informa. Ya Heráclito apuntaba que es imposible bañarse dos veces en el mismo río porque el agua es distinta a cada instante y la objetividad en la noticia es pretender congelar el momento actual. Una noticia está plagada de matices, de puntos de vista, de sentimientos de afectación o de culpabilidad tales que es difícil ser objetivo ya que los que es políticamente correcto ahora puede dejar de serlo el instante siguiente.
El editor recibe, dijimos, las notas del reportero y las jerarquiza, es decir, decide cuáles son publicables y cuáles no basándose en el criterio editorial (vaya cosa compleja: qué tipo de línea informativa sigue la revista, qué tendencia política tiene la estación de radio o a qué población –por horario y locación– se dirige esa nota). Una vez decidido qué notas ha de publicar, el editor debe exigir fuentes de esa información (la cita de fuentes es la protección del reportero contra la calumnia) las cuales, de ser fidedignas en relación al hecho a contar, serán las que avalen o declinen la nota. Si la nota se refiere a una pelea en un mercado, la fuente más confiable de la información sobre cómo quedaron los restos de los tenderetes, qué palabras se dijeron los implicados y qué ropa usaba cada uno de ellos, será la marchanta que atiende el puesto frente al cual se liaron a golpes los actores del drama. Un político poco sabrá sobre el tema y tal vez jamás haya pisado un mercado. Es decir, que las fuentes deben ser fidedignas y esto no se refiere a la honorabilidad de la fuente, sino al hecho de su presencia o su involucración en los hechos. Debe decidirse por qué una fuente es fidedigna y por qué otra no pero, de nuevo, la validación de las fuentes será hecha de manera subjetiva. Si una nota es rechazada o publicada, ambas posibilidades quedan en relación a la intencionalidad del informador.
El cómo se presenta la información también es importante. Los reporteros deben evitar el uso de circunloquios, evitar el uso del yo, utilizar un lenguaje adecuado a su audiencia y evitar, en la medida de lo posible, la expresión del sentir personal.
El lenguaje del reportero o del informador debe ser claro, sin ambigüedades peligrosas que tengan el potencial de confundir al público. Los hechos, soportados por fuentes fidedignas, deben ser expuestos a la audiencia de manera llana, tal y como sucedieron, sin dar pie a la expresión de opiniones personales o grupales. Si el reportero deja de lado este precepto básico, dejará de ser un informador y se convertirá en juez y parte, lo cual es inaceptable. La noticia debe ser presentada, además de con fuentes, con testigos presenciales o con participación de los actores principales.
Ante la complejidad de la difusión de noticias, Walter Lippman
[ii] dice que el periodismo debe ser un traductor entre el público y los actores de la noticia. La palabra clave es traductor porque Lippman considera que la audiencia es incapaz de entender las notas. Por otra parte, John Dewey
[iii] dice que el periodista debe, simplemente, pasar la información pero considerando las consecuencias ya que la audiencia no sólo es capaz de entender las noticias, sino de aceptarlas o declinarlas de manera pública. Ambas posturas dejan en claro que una parte esencial de la difusión de la información es quién la difunde tanto como quién la escucha.
La ONU, a través de la UNESCO, publicó en 1983 los Principios Internacionales de Ética Profesional del Periodismo
[iv] en los que afirma que: es esencial el derecho del público a la información verídica, el periodista debe adherirse a la realidad objetiva porque tiene una responsabilidad social, debe asegurarse la integridad social del informador y debe haber acceso y participación del público en los asuntos estudiados; los periodistas están obligados a respetar la vida privada y la dignidad del hombre sobre el cuál informan y deben tener un alto respeto de los intereses del público. El principal compromiso del periodista es con la verdad ya que su principal lealtad recae en los ciudadanos. La esencia del trabajo periodístico es la disciplina de la verificación de los datos que habrán de ser publicados sin que el informador establezca ninguna otra relación con los individuos que generan esos datos, es decir, que no puede ser acusado y fiscal al mismo tiempo. La noticia debe servir como un foro público para el debate, la crítica y el compromiso porque es inútil informar a un público no crítico.
Es decir, que el periodista debe informar sobre hechos verificables de interés público sin que caiga en la trampa de la expresión de opiniones personales, de modo claro y conciso, permitiendo que el escucha o lector cree sus propias conclusiones a partir de la información ofrecida de modo imparcial.
Objetividad, imparcialidad, veracidad y responsabilidad son palabras vacuas en el periodismo actual entendiéndolo como el Cuarto Poder. Los noticieros, los periódicos, los deportes, los espectáculos y todos los medios de difusión son tendenciosos inherentemente. Mientras sea un ser humano el que narre un hecho será imposible que no deje entrever sus opiniones personales ya con palabras o con gestos.
Los diarios muestran imágenes denigrantes, los telediarios latinoamericanos se complacen en manifestar lo peor del ser humano, cuerpos torturados, mutilados, vejados, imágenes de Primer Impacto, que causan Alarma!, que se repiten de manera Universal, que recorren La Prensa siendo lo más Gráfico posible, dejando de lado el poder que Siempre! ha tenido la palabra que puede ser, más que un vehículo para recordarnos que somos predadores de nuestra especie, una vía para recordarnos que hay cosas de las que sí vale la pena escribir.
Los diarios americanos, acaso presionados por su Gobierno, nos vendieron la idea de las armas de destrucción masiva de Hussein, la crueldad de Bin Laden. Los telediarios mexicanos se solazan en amedrentarnos con el cuento de que ahí viene el Cártel y nos va a llevar, de que hoy se dispararon tantos balazos en Michoacán, mire Usted las imágenes, de que hubo una pelea entre dos grupos religiosos que acabó en el linchamiento de dos policías (fotos cruentas, páginas centrales). Imágenes que los pequeños ven, con las que están habituados a crecer. En Ciudad Juárez, después de un homicidio, la gente se junta para recoger casquillos y tener un recuerdo, se queda mirando el cadáver para poder salir en la tele cuando lleguen las cámaras, vive esperando ser noticia sin ser el muerto o el asaltado.
El Cuarto Poder debería servir al pueblo, no adormecerlo.
No existe tal cosa como el periodismo socialmente comprometido en México. Lo que existe es una caterva de licenciosos manejadores de la información bajo oscuros designios ordenados por mentes retóricas.
Es indispensable que le sea quitado a la prensa el poder que tiene y que se le convierta en un instrumento de información, no en un circo de sangre y tetas grandes como es hoy.
Solamente dejando de consumir esos productos dejarán de producirse. ¿El Cuarto Poder? La sociedad comprometida debería ser el Primer Poder.
Es cierto que la información es poder. Pero la información libera o adormece. ¿Cómo vamos a usarla?
[i] Kilmann R, Prensa: 400 años Pareja! En World Association of Newspapers, 1 marzo 2005, París, http://translate.google.com.mx/translate?hl=es&langpair=enes&u=http://www.wan-press.org/article6466.html&prev=/translate_s%3Fhl%3Des%26q%3Djohann%2Bcarolus%26tq%3Djohann%2Bcarolus%26sl%3Des%26tl%3Den
[ii] Escritor y periodista estadounidense, escribió en el New York Herald Tribune
[iii] John Dewey fue un filósofo norteamericano cuya principal idea era la unidad entre la teoría y la práctica
[iv] Periodistas, Periodismo y Medios de Comunicación en Internet, PRESSNET,
http://www.pressnetweb.com/RECURSOS_PERIODISTICOS/ETICA_PERIODISTICA/CODIGOS_ETICOS_DEL_PERIODISMO_Y_LOS_MEDIOS_DE_COMUNICACION/INTERNACIONALES_CODIGOS_ETICOS/etica_periodismo_deontologia_codigos_eticos_internacionales_1.htmCrédito de la imagen: http://esperandoalosbarbaros.files.wordpress.com/2009/06/periodista1.jpg