Porfirio Díaz, su vida y su tiempo, la guerra 1830-1867
Carlos Tello Díaz
De bolsillo, Penguin/Random House, 2019
Es un libro difícil de comentar porque el personaje que aborda
está rodeado de sombras. Tratando de ser justo con el libro (aclaro, con la
obra) digo que es un buen libro: bien escrito, sin errores ortográficos, sin
errores tipográficos, hasta ameno de leer, con buena presentación, y lenguaje
claro (salvo en las citas textuales donde el lenguaje es, claro, decimonónico).
Yo llegué a este libro después de haber pasado por otros
textos que tocan a Porfirio desde la oposición a su figura, por lo que es justo
decir que estaba condicionado a buscar más las sombras que las luces del
personaje. Dejaré claro, desde ahora, que su lectura no me convirtió en un
porfirista, pero sí me dio elementos para comenzar a comprender a Díaz con
visión crítica, sin fanatismos. Así, cuando se narran episodios de la vida
premilitar de Díaz uno puede simplemente dejarse llevar por la narración sin
mayor esfuerzo que un poco de ejercicio de memoria de lugares, de climas, de
hechos leídos anteriormente. Es cierto, por un lado, que la imagen laudatoria
de Porfirio que Tello nos ofrece está condicionada por su adhesión al
personaje, que se le otorga una fuerza de carácter que va más allá de la simple
descripción de un rasgo del carácter y llega a ser apologética por momentos,
pero también es cierto, por otro lado, que se narran episodios oscuros de su
vida que están bien detallados y, aunque se pretenda justificarlos, el valor
está en mencionarlos.
Sin embargo es necesario comentar que , por ejemplo, la
mayoría de los hechos de armas que se cuenta adolece de errores por parte del
General: pareciera que nada le salió mal aun cuando haya perdido una batalla,
cuando fuera hecho prisionero, cuando tomó una decisión opuesta a las órdenes
que Juárez le daba. Todo es justificable desde el lado del biografiado o todo
es condenable, según los deseos del escritor a condición de que no sea
objetivo. Sin objetividad es como se llega al fanatismo.
Hay un par de episodios de la vida de Porfirio que quiero
resaltar: el primero es el periodo inmediato a la toma de Puebla, donde, según
el autor, la magnanimidad de Díaz le llevó a tomar una decisión que desafiaba
las órdenes que como militar debía ejecutar sin miramientos, es decir, la
ejecución de los oficiales promonárquicos que cayeron en sus manos después de
rendida la plaza. Según Tello, Díaz: “(…) ponerlos en absoluta libertad le
parecía un acto tan magnánimo y trascendental que temía que no mereciese la
aprobación del gobierno (…)”. ¿Por qué, entonces, lo hizo? ¿Por qué no lo hizo
en otros casos donde las sentencias de pena de muerte fueron llevadas a cabo a
rajatabla? ¿Estaba preparándose adeptos para conseguir el poder presidencial
años después? Yo no le puedo decir todavía, necesito más datos. El segundo
hecho es su encono contra el General Mariano Escobedo. Es de todos conocido que
a la muerte de Escobedo, Díaz se apropió (robó, se carranceó, se adjudicó, tomó
prestado…) el archivo personal de Mariano y con ello tuvo elementos para
minimizar la actuación del neoleonés en la caída de Querétaro al tiempo que
magnificaba su propia participación. Pero esto va más allá que la mera
diferencia entre dos generales ya que la interpretación del autor se decanta
claramente por Díaz al decir: “(…) Yo quedaría plenamente satisfecho, [le dijo
Escobedo algo servil], con sólo el que usted me hiciera el honor de considerarme
digno de cooperar bajo sus órdenes a la salvación de la República (…)”. Así se
encontrarán pasajes similares en toda la obra. Además, es justicia decir que
puede ser que muchos pasajes estén escritos en este tenor y que el verdadero
desconocimiento del personaje (o su conocimiento parcial) nos orillen a creer o
descreer la narración.
Aquí, creo yo, lo importante, verdaderamente importante, no
es mi opinión sobre Porfirio Díaz o el libro de Tello, sino el permitirme
decirles que, independientemente de la opinión que usted tenga sobre el General
Díaz, lo menos que debemos hacer como lectores es contar con la mayor cantidad
de datos posibles antes de emitir un juicio basado en el juicio de otros. Sólo
con los pelos de la burra en la mano podemos decir de qué color es. Y mientras
más pelos se tengan, mejor.
Hay que darle una oportunidad al libro antes de condenarlo o
ensalzarlo. Lo mismo sucede con los personajes: conocer más de ellos nos da más
elementos para ponerlos en contexto sin que nuestras tendencias nos sesguen el
camino.
Creo que ya lo había comentado: cuando daba clases de ética
médica a los residentes del postgrado en Medicina Familiar les pedía, desde la
primera clase que abordáramos los temas desde la razón, no desde la pasión. El análisis
requiere dejar de lado, momentáneamente, las querencias y los odios; ésos se
vuelcan en las conclusiones, no en el análisis.
Addendum: me interesa mucho saber cómo es que Tello
justificará la guerra del Yaqui y las barbaridades de Cananea, Río Blanco,
Valle Nacional y tantas otras que sucedieron durante el porfiriato… espero con
paciencia tener la continuación de la biografía en la mano.